Un joven de 25 años y origen magrebí ha sido detenido por la Policía Nacional tras haber pasado tres días como okupa en una vivienda de la calle Instituto, en Ferrol. Fue el propietario de la casa quien lo sorprendió dentro cuando se pasó a revisar la propiedad. El intruso había roto una ventana del bajo para colarse en el edificio, que se encuentra junto a la vía del tren, en el número 46 de la mencionada calle.
El inmigrante ilegal, que acababa de llegar a Ferrol tras un largo viaje por España, se instaló en la vivienda y utilizó objetos que sustrajo del piso superior, según consta en la denuncia presentada por el dueño. El sábado a las 11 de la mañana, los agentes lo arrestaron y pasó la noche en los calabozos. El domingo, prestó declaración ante el juez, quien decidió dejarlo en libertad mientras continúa la investigación por un posible delito de robo con fuerza. A pesar de que el allanamiento de morada no se está considerando en esta fase inicial, podría investigarse también por usurpación.
El joven declaró que recientemente había salido de prisión tras cumplir una condena de seis años por un robo anterior en Melilla, lo que añadió más preocupación entre los vecinos del barrio. La calle Instituto, en la zona del Ensanche, ha visto un notable deterioro en los últimos años. Las viviendas se encuentran en un estado de abandono, y el edificio contiguo al número 46, donde fue arrestado el joven, está en ruinas.
Uno de los pocos residentes de la calle explicó que, aunque no vio al intruso, prefiere evitar pasear por la zona debido al mal ambiente y a la inseguridad que reina en los alrededores: «Esto se ha vuelto el purgatorio del Inferniño», comentó al diario La Voz de Galicia, añadiendo que últimamente se han registrado varios robos a ancianas, cuyos bolsos luego aparecen tirados en las vías del tren.
Otros transeúntes que frecuentan la zona confirmaron el creciente deterioro del lugar. No habían notado movimientos extraños en el edificio donde el joven se instaló, aunque el inmueble, que alguna vez estuvo habitado, ha sido vendido a nuevos dueños que no residen en él. Vecinos del barrio comentan que la calle se ha convertido en un refugio para delincuentes, señalando incluso las huellas en el jardín de la casa como evidencia de visitas recientes.