En 2035, España se enfrentará al desafío del apagón nuclear, una medida que podría convertirse en un obstáculo crítico para la estabilidad energética del país. Según expertos, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) no asegura un suministro fiable, lo que incrementaría la dependencia de fuentes externas de energía. Además, las compañías que operan las plantas nucleares se ven empujadas al cierre debido a una creciente presión fiscal, poniendo en riesgo tanto a consumidores como a empresas, según avanza el diario El Debate.
El presidente del Foro Nuclear fue contundente durante una visita a la central de Almaraz: «Nos están ahogando con impuestos. No se puede descalificar una tecnología por falta de competitividad cuando esta deriva de una sobrecarga fiscal». Desde el Gobierno de Pedro Sánchez, se ha argumentado que la rentabilidad insuficiente justifica el cierre de las nucleares. Sin embargo, las empresas apuntan a que esta situación es una consecuencia directa de los elevados impuestos, como la tasa Enresa, cuya función es financiar la gestión de residuos radioactivos.
La tasa Enresa fue introducida por el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero en 2005, en el marco de la Ley 24/2005, para cubrir los costes de desmantelamiento de las plantas nucleares. Aunque inicialmente se mantuvo estable, experimentó aumentos significativos, siendo el más reciente y polémico el aprobado este año. A pesar de un compromiso previo de no incrementar esta tasa más del 20%, el Gobierno la subió un 30%, situándola en 10,36 euros por megavatio, como parte del VII Plan General de Residuos Radioactivos.
Un informe elaborado por el exministro socialista Jordi Sevilla pone cifras al impacto de estos impuestos. Según el estudio, para 2025, las cargas fiscales sobre la energía nuclear ascenderán a 28,22 euros por megavatio, lo que supone un aumento del 71% respecto a 2019. Este gravamen representará el 41% del coste total del funcionamiento de las centrales nucleares, amenazando la viabilidad de esta tecnología esencial para el sistema eléctrico español.
La situación pone en tela de juicio la estrategia energética del país. Con las empresas viendo cada vez más rentable cerrar las centrales que mantenerlas operativas, el apagón nuclear no solo amenaza con debilitar el sistema eléctrico nacional, sino también con hacer a España más vulnerable en términos de seguridad energética.