El Gobierno de Sánchez ha anunciado un paquete de ayudas a los medios de comunicación por un total de 125 millones de euros, con una distribución que ha generado sorpresa y debate: más de la mitad de los fondos, 65 millones, se destinarán exclusivamente a la prensa en papel. Según el Ejecutivo, esta medida busca corregir un supuesto «fallo de mercado» identificado en los medios tradicionales y está inspirada en el informe Public Financing of News Media in the EU, el cual ha servido de base para estructurar las ayudas en el marco del plan de regeneración democrática.
Esta decisión, sin embargo, contrasta con la realidad actual del sector. La prensa impresa ha sufrido un desplome significativo en su alcance durante las últimas décadas. Según los datos del último Estudio General de Medios (EGM), publicados por la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC), los diarios en papel alcanzaron apenas 5,61 millones de lectores diarios en la tercera oleada del año, una cifra que representa sólo el 13,7% de la población. En comparación, internet llega al 88,9%, la televisión al 81,6% y la radio al 54,3%.
El retroceso de los diarios impresos es aún más evidente cuando se miran las cifras históricas. En 2004, los periódicos en papel tenían 14,9 millones de lectores diarios, frente a los 5,61 millones actuales, lo que supone una caída del 62% en dos décadas. En términos de penetración, los periódicos han pasado del 41,1% en 2004 al 13,7% en 2023, mientras que otros soportes como internet han crecido exponencialmente.
A pesar de este contexto, el Gobierno defiende que las ayudas a la prensa impresa son necesarias para que este sector pueda enfrentar los desafíos de la era digital. Según argumentan, los grandes grupos editoriales que dominan este mercado, como Prisa, Unidad Editorial y Vocento, necesitan recursos adicionales para modernizar sus plataformas, renovar infraestructuras tecnológicas y ofrecer contenidos innovadores en formato digital. La intención es que estos medios puedan aprovechar las oportunidades de la transformación tecnológica mientras enfrentan la competencia de las plataformas globales y los medios digitales de bajo costo y cuestionable rigor informativo.
No obstante, la medida ha suscitado críticas debido a que el sector de la prensa escrita, aunque históricamente influyente, representa hoy una audiencia minoritaria frente a otros medios. Por otro lado, los grandes grupos que recibirán estas subvenciones llevan años invirtiendo en su transición digital, lo que plantea interrogantes sobre la equidad de la distribución de fondos y su impacto real en el ecosistema mediático.
El Ejecutivo insiste en que el objetivo principal es apoyar la creación y difusión de información plural y veraz, especialmente en un panorama marcado por la pérdida de ingresos publicitarios debido a la irrupción de las grandes plataformas tecnológicas. Sin embargo, queda por ver si estas ayudas lograrán revertir la tendencia descendente de la prensa en papel o si suponen un respiro temporal para un modelo que parece destinado a la marginalidad en el mundo digital.