España presume de tener una de las leyes de bienestar animal más estrictas de Europa. Sin embargo, esa protección desaparece en cuanto los animales abandonan el país. Miles de corderos criados bajo normativa europea están siendo embarcados estos días en Cartagena rumbo a países musulmanes, donde serán sacrificados sin aturdimiento en el marco de la Fiesta del Sacrificio islámica, que este año se celebrará entre el 5 y el 6 de junio.
El embarque de animales vivos en buques ganaderos —muchos de ellos reconvertidos, sin ventilación adecuada y con décadas de uso— se realiza con autorización del Gobierno de Pedro Sánchez tras un acuerdo con Argelia. El trayecto, la falta de control y las condiciones del destino final vulneran no sólo los principios éticos más básicos, sino también las recomendaciones sanitarias y económicas. Una vez cruzan el Mediterráneo, esos animales ya no están sujetos a la normativa europea. Serán degollados en patios, calles o mercados, sin anestesia, en medio de un ritual religioso que normaliza la tortura animal.
Cada buque puede transportar hasta 25.000 corderos. Según el Ministerio de Agricultura, en 2024 se exportaron 1.108.083 ovinos vivos —un 18% más que el año anterior—, cifra que este año podría ser superada con creces.
La organización Animal Welfare Foundation (AWF), con sede germano-suiza y presencia en España, denuncia desde 2018 lo que ocurre en estos embarques. Sus activistas han documentado animales muertos arrojados al mar y falta de protocolos mínimos.
La situación ha empeorado en los últimos años. Hoy, el 94% de los buques ganaderos autorizados por la Unión Europea son viejos cargueros reconvertidos. Un informe de AWF confirma que la edad media supera los 40 años y que la mayoría no fue diseñada para transportar animales, lo que implica riesgos de estabilidad, hacinamiento y accidentes.
Ni siquiera la industria cárnica respalda este modelo. La Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España (ANICA) ha denunciado públicamente que la decisión del Ministerio de Agricultura de autorizar exportaciones en vivo a Argelia rompe la cadena de valor, fomenta la especulación y pone en riesgo los mercados tradicionales de carne procesada.
Tampoco se ha atendido una de las demandas históricas de las organizaciones animalistas: eliminar la excepción religiosa que permite matar sin aturdimiento en nombre del rito. Una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 2024 avala la prohibición de este tipo de sacrificios en Bélgica, recuerda El Mundo, pero el Gobierno español guarda silencio. La única intervención política reciente se reduce a un mensaje del PSOE de Madrid en redes sociales, celebrando el Eid al-Adha sin mención alguna al sufrimiento animal.
En contraste, Marruecos ha suspendido este año el ritual por motivos económicos. Su ganadería, devastada por la sequía, ha caído un 40% respecto a hace una década. Por ello, el rey Mohammed VI ha autorizado la importación de carne española, evitando así el sacrificio masivo. Paradójicamente, es un país musulmán el que opta por una medida más racional que el propio Gobierno español.