El portavoz de VOX en el Congreso en los últimos cuatro años, Iván Espinosa de los Monteros, anunció la semana pasada su renuncia a recoger su acta de diputado «por motivos personales y familiares», y su intención de abandonar la primera línea política, aunque continuará en la formación liderada por Santiago Abascal como afiliado de base y «siempre a disposición» para «absolutamente cualquier cosa que necesiten» de él.
Tras el abandono de la primera línea política, y no de VOX como afirmaron la mayoría de los medios, ahora reconocen a Espinosa su «preparación intelectual» (editorial de ABC) y afirman que se singularizó «por lo correcto de los modales» (José García Domínguez, en Libertad Digital). El propio presidente de VOX, Santiago Abascal, ya auguró los reconocimientos en su mensaje tras el anuncio de Espinosa. «El parlamento pierde a un gran portavoz (ahora, que ya no te van a sufrir, te lo reconocerán más que antes)», escribió.
Al igual que el resto de dirigentes de VOX, Iván Espinosa siempre recibió los ataques de los propios tertulianos, periodistas y medios que llevan casi cinco años, desde que sus 12 escaños permitieron un cambio en Andalucía tras más de tres décadas de socialismo, estigmatizando y demonizando a VOX.
Hace poco más de seis meses, Federico Jiménez Losantos le amenazó con una querella por afirmar que «hay muchos medios que tienen miedo de que su financiación esté en entredicho». «Yo no he tenido ningún medio para llegar a nada y he llegado a más que tú. Yo me he jugado la vida cuando tú eras un mamoncete (…). ¿Tú qué te has creído? Una cosas son las críticas políticas y hasta personales, y otra la agresión a una empresa… y eso no te lo voy a tolerar, no te lo vamos a tolerar, ni a ti ni a nadie, pero a ti menos, por arrogante y por chulo». El ataque fue compartido en redes sociales por el periodista y director adjunto Grupo Libertad Digital, Carlos Cuesta.
En ABC llegaron a equiparar a Espinosa de los Monteros con el exlíder de Podemos Pablo Iglesias. Un artículo publicado en febrero de 2021 —y titulado «Iglesias y Espinosa de los Monteros, parecidos más que razonables»— sostenía que ambos tenían «una cosa en común: sus continuos ataques a los medios de comunicación en general y a los periodistas en particular cuando difunden informaciones que no les gustan, o que no les convienen».
«Protagonizan (…) una misma actitud que exige de códigos similares: alimentar la teoría de la persecución, presentarse como víctimas del sistema, y lanzar a las cabeceras y a los periodistas a la jauría de las redes sociales. Acierta el refranero cuando afirma que los extremos se tocan. Esta estrategia, que tiene un pie en el populismo y otro en el sectarismo, revela un desprecio absoluto por la libertad de expresión y una mirada miope de la realidad», recogió el texto.