«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
la islamización progresiva del espacio público

El partido ecologista de Berlín exige decorar el centro de la ciudad con símbolos islámicos durante el Ramadán

Iluminación de Ramadán en Frankfurt.

Los Verdes de Berlín han presentado una propuesta para que zonas emblemáticas de la capital alemana, como Kurfürstendamm y Potsdamer Platz, se iluminen no sólo en Navidad, sino también durante el Ramadán. Según revela Bild, el partido ecologista justifica su moción bajo el lema ¡Igualdad de trato ahora!, con el objetivo declarado de «crear una visibilidad igualitaria Bienpara las diferentes religiones en el paisaje urbano».

Sin embargo, la iniciativa consiste en colocar decoraciones exclusivamente islámicas —medias lunas, estrellas y farolillos— en calles que hasta ahora sólo se decoraban en Navidad, una festividad cristiana profundamente arraigada en Europa. En lugar de igualar, la medida se orienta a reemplazar la estética cultural dominante por símbolos religiosos ajenos a la tradición del país.

Los Verdes citan como ejemplo la ciudad de Fráncfort del Meno, donde en 2023 la calle Bockenheimer se adornó con motivos del Ramadán. Aquella iniciativa costó a los contribuyentes 65.000 euros. En Berlín ya se han dado pasos similares: este año, el Ayuntamiento del distrito de Tiergarten se iluminó con un cartel que decía Ramadan Kareem (Feliz Ramadán), a pesar de que sólo el 10% de los vecinos del barrio son musulmanes. Por el contrario, cerca del 30% se identifican como cristianos.

Pero el plan de los ecologistas va más allá: no quieren que las decoraciones islámicas se limiten a zonas con alta presencia de inmigrantes. En su moción reclaman que esta iluminación «encuentre espacio en la sociedad más amplia», es decir, en los espacios centrales y más representativos de la ciudad. Su propuesta contempla convertir el alumbrado del Ramadán en un evento recurrente cada año, promovido desde el propio Senado de Berlín.

El proyecto podría tener un coste disparatado. Sólo las luces navideñas de Kurfürstendamm —120.000 bombillas— supusieron 350.000 euros. Los Verdes sugieren que se explore el patrocinio o el uso de fondos turísticos, pero todo apunta a que será el contribuyente quien acabe financiando otro gesto simbólico más del multiculturalismo obligatorio que impone la izquierda alemana.

Una vez más, el discurso de la «diversidad» sirve para debilitar la identidad de una nación y favorecer únicamente la visibilidad de una religión. Mientras la cultura cristiana y europea se relega al olvido, se alienta con dinero público una islamización progresiva del espacio público.

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