El mensaje entusiasta de las élites globalistas es que somos demasiados y que cada niño que llega al mundo no es un motivo de alegría, sino una carga más para el planeta. En España y en el resto de Europa, salvo en países como Hungría, donde desde hace una década existe el compromiso por fomentar una nación que apoye a las familias para hacer frente a la emergencia demográfica –entre 2010 y 2015, el número de abortos se redujo en 9.000, un 23%–, la crisis de natalidad se acentúa cada año. El número de nacimientos cayó un 1,2% en España en 2021 y la tendencia a la baja –en niveles mínimos de la serie histórica– se mantuvo el pasado 2022.
La natalidad está por debajo de la tasa de remplazo en todo el continente, lo que lleva al suicidio demográfico. La tasa de fecundidad de las españolas a descendió en 2019 al 1,17, lejos del 2,1 que garantiza el relevo generacional y la estabilidad de la población. En 1975, por ejemplo, las mujeres españolas tenían de media 2,8 hijos. Además, desde las instituciones se ataca en ocasiones a la familia –o se legisla contra ella–por ser la unidad básica de la sociedad, un espacio siempre de libertad y un obstáculo en su proceso de ingeniería social. «A la vez que se ataca a la familia se propone que sea la inmigración ilegal, masiva y descontrolada –cuyas consecuencias paga el español corriente– la que palie la pirámide invertida.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó un informe el pasado año en el que sostenía que España ganará más de cuatro millones de habitantes en 2037 (llegará a 51,67 millones) y más de cinco en 2072 (llegará a 52,9) si se mantiene el salto migratorio actual. El documento recogió que la población nacida en España irá disminuyendo poco a poco y pasará del 84,5% de hoy a poco más del 60% en medio siglo. El número de musulmanes, por ejemplo, en España es de 2,25 millones, según la última estimación de la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE). De ellos, más de 617.00 están sólo en Cataluña. La cifra de 2,25 significa más del 4,7% del total –contando inmigrantes y nacionalizados–. En España –y en toda Europa– el porcentaje crecerá. Según una estimación de la Fundación Renacimiento Demográfico, el 10% de los bebés que nacen hoy en España tienen padre o madre musulmán. En provincias como Almería, Gerona, Lérida o Tarragona supera de forma amplia el 20%.
(2) En concreto, hay un buen número de provincias con un porcentaje muy apreciable de bebés de padres musulmanes (en un 70% aproximadamente, marroquíes), y a nivel nacional sería ya del 10%. pic.twitter.com/WsgN5FTY0y
— Renac. Demográfico (@ren_demografico) November 28, 2022
Un informe publicado hace seis años por Pew Research Center recogió que entre 2010 y 2015 los nacimientos de musulmanes representaron casi un tercio (31%) de todos los del mundo, superando así la proporción musulmana en todas las edades (24%, en 2015). El mismo organismo publicó que la población musulmana podría crecer hasta el 17,4% en Francia (hoy está sobre el 8,8%) y el 10,8% en Alemania en 2050 (hoy, en el 6,1%). Y en Noruega, por ejemplo, se publicó en 2014 que el nombre Mohamed era el más común entre los varones. Mohamed y sus variantes llevaba desde 2010 encabezando la lista de nombres más utilizados en recién nacidos.
En este contexto, son muchos los que recuerdan aquellas palabras del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que en 2017 llamó a los turcos a tener al menos cinco hijos para ser «el futuro de Europa». «Hago un llamamiento a mis hermanos y hermanas en Europa. No tengáis sólo tres hijos, tened cinco. El lugar en el que vives y trabajas es ahora tu nueva patria. Abran más negocios, inscriban a sus hijos en mejores escuelas, hagan que sus familias vivan en mejores barrios… Ustedes son el futuro de Europa», agregó.