«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Tres cristianos perdieron la vida en Europa como consecuencia directa de su fe en 2024

España lidera el aumento de la cristianofobia en Europa: registrados más de 70 delitos de odio el último año

Iglesia destruida. Redes sociales

La cristianofobia sigue en aumento en toda Europa. Entre 2022 y 2023, se denunciaron 749 delitos de odio contra el cristianismo en 30 países, y España lidera la lista con un preocupante volumen de casos.

Los datos del Observatorio sobre la Intolerancia y la Discriminación contra los Cristianos en Europa reflejan una tendencia alarmante: agresiones físicas, amenazas, intentos de homicidio y ataques contra lugares de culto se han multiplicado en los últimos tiempos. Sólo en el último año, tres cristianos perdieron la vida en Europa como consecuencia directa de su fe. A estos datos hay que añadir los atentados islamistas, que han vuelto a la primera línea desde octubre de 2023 y que no se incluyen en estas cifras.

En el caso español, se registraron más de 70 delitos de odio relacionados con el cristianismo en el último año. Entre ellos, los más frecuentes son los actos vandálicos contra templos, especialmente pintadas ofensivas en muros y fachadas. Algunos de estos mensajes se han hecho tristemente populares, como «La iglesia que mejor ilumina es la que arde» o «El mejor lugar para los curas es la basura». Otras pintadas, como «La iglesia apesta», dejan clara una animadversión que ya no se oculta.

Este incremento de agresiones coincide con una paradoja: España es uno de los países de Europa donde más se ataca a los cristianos, pese a ser una sociedad de tradición católica. Aunque el número de creyentes se ha reducido con el paso de los años, las celebraciones religiosas, como la Semana Santa, siguen formando parte del tejido cultural e identitario de muchos españoles. Por eso, las faltas de respeto durante estas festividades no sólo hieren a los fieles, sino también a quienes consideran estas manifestaciones como una expresión profunda de la historia y las costumbres nacionales.

Año tras año se multiplican las provocaciones durante las procesiones y actos religiosos. La mayoría de estas acciones se atribuyen a sectores vinculados a la izquierda más radical, que mientras exigen el máximo respeto hacia otras confesiones, como el islam, parecen justificar o incluso alentar las burlas hacia el cristianismo. Es curioso observar cómo cualquier crítica a Mahoma o al Corán se etiqueta de inmediato como «islamofobia», mientras que mofarse de los símbolos cristianos se tolera —e incluso se celebra— en ciertos círculos.

En este clima cada vez más hostil, resulta especialmente inquietante que el propio Gobierno contemple la posibilidad de derogar el delito de ofensa a los sentimientos religiosos. Una medida de este tipo, lejos de fomentar la convivencia, podría ser percibida como un respaldo tácito a quienes fomentan el odio hacia los cristianos.

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