A la persecución que llevan décadas sufriendo las minorías cristianas en Nigeria, se ha sumado ahora un momento del año especial: la Semana Santa, que rememora el asesinato y la posterior resurrección de Jesucristo. Sólo durante este mes de abril, más de 100 cristianos han sido asesinados en distintos puntos del país en ataques coordinados atribuidos a milicias islamistas fulani, un grupo responsable de algunos de los episodios más sangrientos contra las comunidades cristianas en la región central del país.
Los días 2 y 3 de abril, un asalto en siete localidades del condado de Bokkos, en el estado de Plateau —una zona que delimita el norte mayoritariamente musulmán y el sur cristiano— dejó un saldo de al menos 61 personas fallecidas, según datos del Christian Daily International. Las aldeas de Ruwi, Mangor, Tamiso, Daffo, Manguna, Hurti y Tadai fueron arrasadas. A la violencia se sumó la destrucción de 383 viviendas y el desplazamiento forzado de más de 1.000 habitantes.
Una semana después, el 8 de abril, el gobernador del estado, Caleb Mutfwang, no dudó en calificar los hechos como «un genocidio». En declaraciones contundentes afirmó: «Fueron ataques deliberados y no provocados contra civiles indefensos. No hay elementos políticos que justifiquen esta masacre».
Pero la tragedia no se detuvo ahí. Apenas unos días después, el 15 de abril, se reportó otro ataque mortal en la localidad de Zike, en el distrito de Kwall (condado de Bassa), donde fueron asesinadas otras 51 personas. Los atacantes irrumpieron en la madrugada y abrieron fuego contra quienes intentaban huir en medio del caos, según informó Channels Television.
Las cifras globales son estremecedoras: según la ONG Puertas Abiertas, Nigeria fue el escenario del 74% de los asesinatos de cristianos en el mundo durante 2024. De los 4.476 fieles que perdieron la vida por su fe, 3.300 eran nigerianos. Estos datos consolidan al país como uno de los entornos más hostiles del planeta para vivir como cristiano.
La diócesis de Makurdi, en el estado de Benue, ha sido una de las más afectadas. Desde 2015, más de 3.700 personas han sido asesinadas sólo en esa región. En 2024, el número de víctimas ascendió a 549. Decenas más han sido secuestradas, y más de un millón de personas han terminado viviendo en campos de desplazados internos. Muchas aldeas han sido completamente arrasadas.
El obispo de Makurdi, Wilfred Anagbe, ha denunciado repetidamente que se trata de una estrategia deliberada para erradicar a los cristianos y expandir el islamismo en el país. «Están destruyendo comunidades enteras, robando tierras, profanando iglesias y asesinando a sacerdotes y fieles», afirma. Según él, los ataques no responden solo a causas territoriales o económicas, sino a un fanatismo religioso que encuentra impunidad y complicidad en ciertos sectores del poder.
En declaraciones recogidas por The Spectator, Anagbe ha comparado la brutalidad de estos actos con las atrocidades del Estado Islámico. «Se presentan como pastores, pero son milicianos que matan, violan, secuestran y presumen de ello. Sus acciones son sistemáticas. Quieren islamizar nuestras tierras», denuncia respecto a la situación que sufren en Nigeria.
