Canarias se consolida como un punto crítico en la inmigración ilegal hacia Europa, registrando en 2024 un aumento del 18% en las llegadas de inmigrantes, con más de 47.000 personas arribando a sus costas. Este incremento contrasta con la tendencia general en la Unión Europea, donde los cruces irregulares de fronteras disminuyeron un 38%, alcanzando su nivel más bajo desde 2021. La ruta atlántica hacia Canarias se ha convertido en una de las más activas, mientras otras vías, como el Mediterráneo central y los Balcanes occidentales, experimentaron descensos del 59% y 78%, respectivamente.
El Gobierno de Canarias, encabezado por Fernando Clavijo, ha instado a la Comisión Europea a reforzar el apoyo para gestionar este fenómeno. Sin embargo, la cooperación internacional se enfrenta a varios obstáculos. Mauritania y Senegal, dos países clave en esta dinámica migratoria, rechazan la presencia de agentes de Frontex en su territorio, calificándola de «neocolonialista». La exdiputada alemana Cornelia Ernst advirtió que «no se deben imponer acuerdos a países que no los aceptan», subrayando las tensiones en las negociaciones entre Europa y África.
Las redes de contrabando han encontrado en Canarias una ruta viable frente al endurecimiento de controles en otras regiones. Según Frontex, la violencia de los contrabandistas ha aumentado, agravando el peligro de estas travesías. Además, la creciente inestabilidad en el Sahel y otros países de origen continúa impulsando los flujos migratorios. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que al menos 2.300 personas murieron en el mar en 2024, lo que refleja el alto coste humano de estas rutas.
Las autoridades canarias se enfrentan a retos significativos derivados del aumento en las llegadas. La gestión de los centros de acogida, el acceso a servicios básicos y la integración de los inmigrantes ilegales son sólo algunos de los problemas urgentes.
Las cifras crecientes en Canarias contrastan con la disminución generalizada en otras rutas, como el Mediterráneo oriental, donde los cruces aumentaron un 14% debido a nuevos corredores migratorios. En el este de Europa, la crisis en Ucrania triplicó el número de cruces irregulares, subrayando la naturaleza cambiante y multifacética de los flujos migratorios hacia el continente.