El presidente de Asturias, Javier Fernández, ha acusado a los nacionalistas de «quebrar civilmente Cataluña» mediante el «enfrentamiento entre las instituciones de autogobierno de Cataluña y el Estado».
Ha advertido también del riesgo de permitir a los nacionalistas catalanes identificar su «lengua y costumbres» como exclusivas de la «expresión de la cultura catalana» y ha asegurado que esto ha ocurrido ante la «pasividad» de todos.
En declaraciones a los periodistas tras una conferencia sobre el modelo territorial de la España del siglo XXI celebrada en Madrid en la Universidad Rey Juan Carlos, Fernández ha pedido al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que intente «encauzar» la reforma del sistema de financiación autonómica.
El jefe del Ejecutivo asturiano ha asegurado que este asunto «no puede estar dos años sin tocarse» y que es necesario que se reúna el Consejo de Política Fiscal y Financiera para avanzar en este asunto.
En la conferencia, ha asegurado que en Cataluña existen dos comunidades «diferenciadas por sus sentimientos hacia España» y ha afirmado la necesidad de que los catalanes no independentistas «comparezcan en plano de igualdad en el espacio público catalán».
Para Fernández, una parte de la sociedad catalana se encuentra «inducida, orientada y espoleada» por el secesionismo y ha asegurado que la élite política nacionalista ha pretendido movilizar a la ciudadanía para presentarla como una «prueba evidente de la calidad democrática» del independentismo.
Ha afirmado que el futuro de España va ligado al futuro de la Unión Europea, ya que, en su opinión, si Europa avanza «los nacionalismos se irán diluyendo».
Sobre el nacionalismo catalán, ha recordado que se ha llegado a esta situación porque «hace mucho que los nacionalistas consiguieron colocar» sus reivindicaciones en la agenda política nacional.
Ha sido autocrítico con la gestión que los políticos «no nacionalistas» hicieron tras la Transición, cuando no denunciaban «lo que debía ser denunciado», en referencia a la «evidente deslealtad al pacto constitucional» por parte de los secesionistas.
En su opinión, esto se explica por el miedo a ser acusados de «antinacionalistas prematuros», algo que según Fernández iba ligado al «rancio jacobinismo irredento o, mucho peor, a la nostalgia irremediable del viejo nacionalismo esencialista español».
Ha explicado que la política española asistió «pasiva» a que los independentistas usaran «su poder político institucional en un proceso de nacionalización intensiva» reduciendo a España a «una simple superestructura administrativa».
Fernández también ha afirmado que hace mucho que el nacionalismo empezó a «ganar la batalla del lenguaje» y ha matizado que «lo peor es que lo consiguió por incomparecencia».