La directora de Investigación del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), Silvia García, ha afirmado este jueves que los estereotipos de género han construido «un modelo de conducta social que afecta a todos los ámbitos de la vida cotidiana de las personas».
Según García, estos estereotipos de género generan una «violencia simbólica» con la que se logra introducir a mujeres «en estructuras de dominación que no vamos a ser capaces ni siquiera de percibir».
La directora de Investigación del CIS, que ha participado en el seminario ‘Estructura y cambio social en la España actual’ de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en Santander, ha explicado que estas tendencias de «dominación» y «sumisión» se forman mediante un «prolongado proceso de socialización», mediante el cual se generan «conciencias engañadas» en hombres y mujeres. «La cantidad de estereotipos que llegan a través de la cultura es enorme», ha apostillado la directora del CIS.
La catedrática, que se ha centrado en la situación de las mujeres y la corriente feminista como motor de cambio, ha defendido que un estereotipo «no tiene por qué ser malo» pero «comienzan a ser peligrosos cuando coartan tu libertad».
Por su parte, la catedrática de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona y ganadora del Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política 2023, Carlota Solé, ha destacado «la capacidad de superación de la mujer inmigrante frente a todos los obstáculos lingüísticos y culturales que sobrelleva», ya que, según ha afirmado, «está sometida a la presión racista y clasista, además de a la sexual».
Asimismo, ha señalado que los empleos «más habituales» para la mujer inmigrante son el servicio doméstico y el cuidado de enfermos y niños —que en ocasiones no se corresponden con su cualificación— y que, según ha afirmado, «aumentan su invisibilidad».
Según Solé, estas trabajadoras se encuentran «en una situación de subordinación en el mercado de trabajo y en la vida tanto social como cultural».
Por último, ha destacado que la inmigración es una «suma positiva», tanto para estas personas como para los españoles, porque gracias a ella «se contribuye a disminuir el envejecimiento de la población y se compensa el déficit de la población nacida en España, además de aumentar la población activa y el capital humano».