«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu

La eterna venida del «PSOE bueno» (I): corrupción, indultos, amnistía y golpismo

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Europa Press

Indultar a los golpistas catalanes condenados por el 1 de octubre, aprobar la amnistía pactada entre Santos Cerdán y Puigdemont en Waterloo a cambio de la investidura de Sánchez e incorporar a Otegui en la dirección del Estado no supusieron, salvo un par de meses de protestas en Ferraz, grandes problemas para el Gobierno. Es ahora, acorralado por la corrupción, cuando Sánchez comienza a pasarlo realmente mal. Ábalos confiesa que fue él quien le dio el chivatazo de que la UCO investigaba a Koldo. 

El panorama es desolador para el número uno. El dos, Santos Cerdán, acaba de ingresar en prisión. El Supremo le atribuye delitos de organización criminal, tráfico de influencias y cohecho. El juez lo envía a la cárcel para evitar que destruya pruebas sensibles del caso que protagoniza su partido. Ábalos, también investigado por el Supremo, carga además con la acusación de malversación. Koldo habría cobrado comisiones ilegales por la compra de mascarillas. Y Sánchez podría haber cometido otros delitos como revelación de secretos, obstrucción a la justicia o encubrimiento. 

Es un mal momento para Sánchez, qué duda cabe, pero no sólo para él. El cinturón mediático que hasta hace unas semanas seguía arropando al presidente ha dicho basta. Prisa y La Sexta lo dan por amortizado, lo que en ningún caso supone un cambio en la línea editorial de ambos medios. Nada de eso. Se trata de guillotinar a Sánchez para salvar al PSOE. 

De ello son plenamente conscientes quienes conforman el sistema. Que una de las dos patas del bipartidismo se rompa pone en riesgo la propia supervivencia del régimen, de modo que la operación salvemos al PSOE bueno en marcha no tiene rúbrica socialista, sino bipartidista. Les va la vida en ello.

Desde luego, es una situación complicada para el PP, que otra vez se enfrenta a la cuadratura del círculo. Por un lado, hacer oposición a un Gobierno desbordado por la corrupción; por otro, rescatar al PSOE para mantener la legitimidad del sistema. El hundimiento de los socialistas supondría la puntilla a un modelo, el del turnismo entre la socialdemocracia y los populares, en retroceso en toda Europa.

En Francia los socialistas se han esfumado. En Italia, Meloni ha arrebatado la hegemonía de la derecha al partido de Berlusconi, que apenas llega al 8%. En Alemania, la AfD es la segunda fuerza por delante de los socialdemócratas. En Portugal, Chega ha dado el sorpasso a los socialistas. Todo esto hay que tenerlo en cuenta cuando el PP apela a los socialistas históricos. Tellado dice que la dignidad para denunciar que no todo vale sólo existe en quienes ya no ocupan cargos en el PSOE. Se refiere a Felipe González y Alfonso Guerra.

En la Cope, donde pasan de llamar a la moción de censura balón de oxígeno a Sánchez a una oportunidad para retratar a sus socios, tertulianos de Herrera dicen que el PSOE es un gran partido que no puede morir. Que mucho ojo con repetir la historia de su homólogo francés. Cuando el PSOE afloja, los grandes medios aprietan, por eso Onda Cero y Cope llevan semanas sin dar abasto poniendo el micrófono a Page, Alfonso Guerra, Lambán, Tomás Gómez o Felipe González. La entrevista al socialista bueno es un subgénero periodístico propio. 

Este juego de equilibrios retrata los vaivenes de Feijoo, que cuando comenzó a destaparse la corrupción en el entorno de Sánchez dijo que no usaría ningún caso para desacreditar a todo un partido como el PSOE. Y que nada de hablar de la esposa del presidente, que eso es de muy mal gusto. Ahora asegura que son una mafia mientras tantea a Puigdemont y PNV la posibilidad de presentar una moción de censura que hasta hace cinco minutos significaba reforzar al Gobierno.

Uno de los mayores entusiastas de Feijoo en la estrategia de templar gaitas es Moreno Bonilla que, recién aprobada la amnistía a finales de 2023, dijo que Andalucía necesita la vuelta de los socialistas, partido que perpetró en la región el mayor caso de corrupción de Europa al defraudar hasta 679 millones de euros. No son simples palabras. El presidente andaluz, que había acordado con VOX ampliar los regadíos en el parque natural, finalmente pactó con Teresa Ribera en Doñana prohibir la extracción de agua a los agricultores a los que, como con las placas solares, tapan la boca con subvenciones. 

La postración permanente al PSOE también explica que el PP no lidere en los tribunales los casos de corrupción que salpican al Gobierno. Para Génova no hay delito, ni golpe ni amnistía que estropee un buen titular, el titular con mayúsculas, que es casi la banda sonora de la democracia: hay un «PSOE bueno» y nuestro deber es salvarlo.

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