«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Las festividades religiosas generan unos 9.800 millones anuales en el PIB

La tradición católica vuelve a imponerse en las calles durante la Semana Santa: casi 29 millones de españoles asisten a las procesiones

Decenas de personas durante la procesión del Calvario el Viernes Santo en Cuenca. Europa Press

Cerca de dos de cada tres españoles (un 61 %) asisten a las procesiones que se están llevando a cabo durante la Semana Santa en toda España, ya sea de forma regular o esporádica, según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Esta participación equivale a casi 29 millones de personas, lo que convierte a esta celebración religiosa en uno de los mayores fenómenos socioculturales del país.

Esta enorme movilización contrasta con el retroceso que la práctica religiosa vive dentro de los templos. Las cifras más recientes de la Conferencia Episcopal muestran que sólo unos 8,2 millones de personas acuden con frecuencia a misa, menos de la mitad de los nacidos son bautizados y apenas el 19% de los matrimonios se celebran por la Iglesia. A pesar de esta disminución del compromiso formal con la fe, las calles durante la Semana Santa reflejan una religiosidad popular que sigue viva y con fuerza.

En este contexto, las procesiones —con su imaginería, sus costaleros, los nazarenos y el acompañamiento musical— se han convertido en el principal vínculo emocional y espiritual de muchos ciudadanos con la tradición cristiana. La Semana Santa, con su riqueza estética, simbolismo y arraigo, parece conservar el atractivo que otras expresiones religiosas han ido perdiendo.

No sólo las grandes capitales religiosas como Sevilla, Málaga o Valladolid atraen multitudes. En total, existen más de 5.300 cofradías inscritas oficialmente en el país, muchas de ellas en pequeñas localidades. Más de un millón de cofrades forman parte de estas hermandades, que mantienen viva una herencia centenaria. Además, según la Conferencia Episcopal, hay 167 celebraciones de Semana Santa reconocidas como fiestas de interés turístico, lo que revela su importancia también desde el punto de vista cultural y económico.

El impacto económico de estas celebraciones no es menor. Un estudio encargado por la Iglesia a KPMG en 2016 estimó que las festividades religiosas de interés turístico generan alrededor de 9.800 millones de euros anuales en el PIB nacional, así como cerca de 134.000 empleos directos e indirectos. El fervor, la tradición y el turismo se entrelazan en una mezcla que dinamiza tanto la economía como el sentimiento colectivo.

En ciudades como Sevilla, la ocupación hotelera durante los días centrales de la Semana Santa supera el 85 %. El director del hotel Hesperia Sevilla, Pere García, destaca que la experiencia de contemplar las procesiones desde un balcón privilegiado «trasciende lo meramente turístico» y ofrece «una vivencia íntima y conmovedora» para quienes sienten un vínculo espiritual con la tradición. Relata incluso cómo una huésped rompió a llorar durante el Domingo de Ramos, diciendo que había sido uno de los momentos más emocionantes de su vida.

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