Los conductores de metro y repartidores de París ya tomaron una decisión similar hace unos meses. La «normalidad» de la que presume Merkel pasa por blindar las ciudades y modificar las rutinas de los europeos.
Los autobuses urbanos de Ceuta no subirán a tres barriadas periféricas de la ciudad ni por las tardes ni los fines de semana como medida de protesta por los continuos atracos con pistola y otras armas a los conductores.
La medida ha sido adoptada por el Comité de Empresa de la compañía Hadú-Almadraba -prestataria del servicio de autobuses- como consecuencia de los dos últimos ataques sufridos ayer por parte de individuos armados con escopetas, pistolas, hachas, cuchillos o esprays.
Los autobuses sólo subirán a las barriadas de Príncipe Felipe y Príncipe Alfonso así como a Loma Colmenar desde las 08:00 horas a las 15:00 horas, no prestando el servicio ni por las tardes ni los fines de semana.
El presidente del Comité de Empresa, José Antonio Blanco, ha señalado a los periodistas que las líneas 4 y 8 que funcionan diariamente de 06:30 y 08.00 horas permanecerán activas hasta las 15.00 horas, «a partir de ahí desaparecerán, en principio durante toda la semana».
Pero una vez que lleguen los fines de semana y festivos el servicio se suspenderá por completo.
José Antonio Blanco ha dicho que los trabajadores «se sienten hartos, ya no tenemos contacto para nada con la Ciudad y con la Delegación del Gobierno, de forma que nos acogemos a la Ley de Prevención y cortamos el servicio».
‘No son zonas seguras’
Los conductores del metro de París se niegan a detenerse en ciertas estaciones debido al alto nivel de delincuencia y consumo de drogas que se registra en esos lugares: “No son zonas seguras para los profesionales y tampoco para los viajeros”, sentencian.
Los conductores que trabajan para la Régie Autonome des Transports Parisiens (RATP), la compañía de transporte público de París, aseguran que varias estaciones del norte de la capital están sumidas en el caos y denuncian la existencia de “bandas raciales” que representan un “verdadero peligro”.
El sindicato RATP UNSA señala las estaciones de Marcadet Poissonnier y Porte de la Chapelle como las más problemáticas. Esta última se hizo famosa hace un par de años cuando, durante la crisis de refugiados, se convirtió en el lugar escogido por los recién llegados para montar su campamento. Su desalojo causó graves incidentes en la zona.
“El número de episodios violentos se ha multiplicado durante los últimos meses”,explican los maquinistas, que han mantenido encuentros con representantes de la policía local para tratar una situación que “parece no tener remedio”. La pasada semana enviaron sendas misivas al ministro del Interior, Gerarl Collomb, y a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, para estudiar un plan de acción. Sin embargo, no han obtenido respuesta.
No es la primera vez que estas zonas son señaladas por las autoridades como lugares peligrosos. El servicio de mensajería francés Chronopost cesó el reparto de paquetes en ciertos barrios ante el peligro que suponía para el personal contratado por la empresa.
Los suburbios más poblados por inmigrantes al norte de París han sido considerados zonas de exclusión, la violencia y el crimen ha comenzado a extenderse hacia el centro de la capital en los últimos años. En muchas de esas calles la policía no se atreve a entrar y es el lugar idóneo para la aplicación de la sharia a manos de los radicales. De hecho, los imanes operan con total impunidad enseñando su particular visión del islam que, en muchas ocasiones, clama por atentar contra los infieles.