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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Los centros económicos chinos de Madrid esquivan los efectos del coronavirus

El coronavirus no ha tenido apenas repercusión económica en el polígono industrial Cobo Calleja -uno de los centros industriales de importación de productos chinos más grandes de Europa asentado en la localidad madrileña de Fuenlabrada- ni en el distrito de Usera -el «Chinatown» de Madrid- donde solo algunos restaurantes han cerrado temporalmente.

Las cerca de 500 empresas situadas en Cobo Calleja viven con preocupación las noticias que llegan sobre el COVID-19, originado a comienzos de año en Wuhan, ciudad del centro de China, y que ha dejado más de 2.000 fallecidos, la mayoría de ellos en el país asiático.

Sin embargo, los trabajadores afirman que de momento el coronavirus no está haciendo mella en este polígono fuenlabreño.

«Aquí no ha cerrado ni una sola tienda; solo algún restaurante, por iniciativa propia y porque han dejado de recibir algunos productos frescos procedentes del país asiático», cuenta una empleada de un establecimiento de ropa.

Esta trabajadora explica que, a pesar de la alarma generada en los medios de comunicación, ni los mayoristas ni los compradores directos están dejando de acudir a los almacenes, más allá de que en los meses de enero y febrero se reducen las ventas, pero «es algo que ocurre todos los años por estas fechas».

«Las tiendas que nos compran producto están en plenas rebajas, deshaciéndose del ‘stock’ de la temporada anterior, por lo que ahora se produce una bajada de pedidos», añade esta empleada, quien, por otro lado, resalta que cuando llega el fin de semana, los accesos se siguen «colapsando».

Algo en lo que coincide Lee, uno de los empresarios chinos que cuenta con una tienda-almacén en el polígono y que se dedica, sobre todo, a la venta de ropa al por mayor.

No teme un gran problema de desabastecimiento «a corto plazo» ya que insiste en que la mayor parte de los almacenes tienen preparados los productos para la venta «unos seis u ocho meses antes de que llegue cada temporada».

Sin embargo, advierte de que si la crisis por el coronavirus se alarga mucho más tiempo y la producción en gran parte de las fábricas chinas sigue paralizada, al final les acabará afectando, aunque ya están recibiendo gran parte de las prendas de la temporada de otoño-invierno de 2021.

En España no hay ningún caso de coronavirus después de que hayan sido dados de alta los dos únicos enfermos registrados en territorio nacional, un alemán ingresado en La Gomera (Islas Canarias) y un británico en Palma de Mallorca (Islas Baleares), ambos contagiados fuera.

Fuentes de la Entidad de Conservación de Cobo Calleja, organismo que reúne a gran parte de los empresarios del polígono, han trasladado «un mensaje de tranquilidad», aunque admiten que «en el momento en el que el polígono estornude por el coronavirus, la economía de la Comunidad de Madrid temblará».

«No hay ningún tipo de alerta sanitaria en el polígono ni ha habido ningún cierre preventivo ni nada de eso. Únicamente existe una cierta preocupación, de cara al largo plazo, de que haya problemas puntuales de abastecimiento», sostienen.

Con el objetivo de tranquilizar, el organismo ha impulsado un acto público este jueves en el polígono con la presencia del embajador en funciones de China, el presidente de la patronal madrileña (CEIM), representantes de la Comunidad de Madrid y el alcalde de Fuenlabrada.

A menos de 20 kilómetros de Cobo Calleja, en el distrito de Usera, conocido como el «Chinatown» de Madrid, donde viven 10.000 ciudadanos chinos de los 60.000 que hay en la capital, se respira cierta «normalidad», explican unas vecinas.

Por las calles del distrito son mayoría los establecimientos regentados por ciudadanos chinos que permanecen abiertos, como bazares, centros de uñas y estética o tiendas de alimentación, cuyos empleados se muestran reticentes a hablar con la prensa.

Algunos restaurantes de Usera están temporalmente cerrados al público.

En algunos se justifica este cierre por vacaciones o por «preparación del personal» o por el objetivo de «estudiar el menú». También los hay que informan de que se «decide suspender el servicio del local» y que «solo se aceptan pedidos de comida para llevar a través de la plataforma ‘online'».

En medio de esta tesitura, algunos ciudadanos chinos han decidido guardar cuarentena voluntaria en sus domicilios por haber regresado recientemente de China, ya que el COVID-19 se inició a las puertas del Año Nuevo chino, fechas en las que abundan los viajes al país de origen.

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