El número de inmigrantes que llegan a los colegios del País Vasco con el curso iniciado no hace más que incrementarse. Durante el presente año escolar, y sólo hasta el mes de marzo, ya se han incorporado 8.000 nuevos estudiantes a las aulas vascas, una cifra que supera con creces los datos de cursos anteriores: 7.881 en 2023/24, 6.461 en 2022/23 y 5.782 en 2021/22. Se trata de lo que el Departamento de Educación denomina «matrícula viva», un fenómeno que obliga a los centros a adaptarse constantemente a la llegada de alumnos sin planificación previa.
Buena parte de estos estudiantes son menores procedentes de otros países. Entre el 70 y el 75% de los recién llegados tienen origen extranjero, lo que equivale a unos 6.000 niños y adolescentes este curso. El sistema educativo vasco, por tanto, recibe una media de 30 alumnos inmigrantes al día. Para el Gobierno vasco, abordar la diversidad «es una prioridad», aunque los desafíos son cada vez más numerosos y complejos.
Las dificultades idiomáticas son uno de los principales escollos. Muchos de los alumnos no dominan el castellano al llegar, y prácticamente ninguno comprende el euskera. No obstante, una gran parte de ellos —el 78% en Infantil y Primaria y el 35% en Secundaria— se escolariza en el modelo D, donde la enseñanza es íntegramente en lengua vasca. Profesores y directores coinciden en señalar que esta inmersión forzosa, sin una base previa ni apoyos suficientes, resulta extremadamente complicada. «Si necesitan ayuda en castellano, imagínate en euskera», lamenta una docente de un centro concertado.
Los programas de apoyo lingüístico intentan paliar esta situación, pero su alcance es limitado. Los estudiantes salen del aula unas horas por semana para trabajar en grupos reducidos, lo que les facilita integrarse, pero los avances en euskera son escasos. Así lo refleja el Consejo Escolar del País Vasco: de los 503 alumnos que participaron en el programa Eusle de inmersión, apenas 79 lograron alcanzar un nivel A2 al finalizar 2º de la ESO.
A esto se suma el enorme reto educativo que representa su trayectoria anterior. Muchos llegan tras largos periodos sin escolarización, a veces de países donde las escuelas estuvieron cerradas durante la pandemia. Otros nunca habían pisado un aula. Con frecuencia presentan carencias importantes en lo académico, derivadas también de un contexto social y económico precario.