Los cuidadores de personas con alzheimer, especialmente los familiares y cónyuges, se muestran preocupados por las consecuencias que el confinamiento ha traído para ellos, pues en muchos casos han notado que el cambio de rutinas ha ido acompañado de cierto retroceso en sus capacidades.
Las psicoterapeutas de la Fundación Pasqual Maragall Sandra Poudevida y Glòria Mas han ofrecido, mediante una conferencia por internet, consejos a los miles de cuidadores de personas con alzheimer de toda España ante una situación excepcional que ha provocado desajustes emocionales y un aumento del estrés familiar.
La pregunta que más han dirigido en las últimas semanas a la fundación Masqual Maragall es: «¿El aumento del aislamiento de los enfermos como consecuencia del confinamiento puede haber provocado que el alzheimer avance más rápido?».
La psicóloga clínica Sandra Poudevida ha señalado que «efectivamente, el estado de alarma llegó de un día para otro interrumpiendo la vida de todos, lo que implicó un impacto aún mayor para personas con discapacidades como el alzheimer».
Por un lado, por las nuevas rutinas que no comprenden como el no salir a la calle, el llevar mascarilla, el mantener las distancias, etc, como también por el cierre de centros de día y la imposibilidad de recibir visitas en el caso de las personas en residencias.
«Afecta a los enfermos, pero también a los cuidadores, igualmente expuestos a la consecuente rabia y soledad», ha añadido.
Según Poudevida, «muchos familiares apuntan que han visto como el enfermo ha dado un bajón, sobre todo a nivel de orientación, por el cambio de rutinas y salidas, y por lo que respecta a la capacidad de reconocimiento del otro, una situación que ha complicado en algunos casos el hecho de solo hablar por videollamada».
Ante esto, la experta señala que la confusión generada por la situación sí ha podido «afectar a la autonomía» que tuvieran las personas, algo en lo que sin embargo se puede trabajar en la desescalada.
«Aprovechemos ahora para volver a reforzar con rutinas, por ejemplo con los paseos por el barrio, o con actividades de estimulación cognitivas que se pueden hacer sin salir de casa, desde ordenar una estantería de libros hasta doblar la ropa o poner la mesa. Se trata de devolver estímulos para el día a día», ha explicado.
«Para muchas personas ese bajón será temporal y con al vuelta la día a día podrán recuperar ciertas capacidades que hayan perdido estos meses», ha señalado.
Por otro lado, los enfermos de alzheimer, que a menudo suplen algunas carencias comunicativas con muestras de cariño, han vivido con frustración, apatía y desconcierto, en muchos casos, el hecho de no recibir las caricias, besos, abrazos y muestras de afecto habituales.
Para Gloria Mas, es normal que el cuidador se sienta culpable por minimizar el contacto, una pauta por otro lado necesaria para la protección de la salud.
«El hecho de tener que minimizar el contacto es duro para el cuidador. Si no se vive con ellos hay que aprovechar todo contacto para transmitir postividad y calma. Aunque no entiendan lo que pasa eso les ayudará a sentir esa postividad y esa calma ya solo por la actitud que ven en nosotros».
Si no se convive con ellos, entonces podemos escribirles cartas, o compartir foso por el whatsapp a modo de álbum para seguir el contacto, el vínculo, ha señalado Mas, quien ha animado a los cuidadores a no decaer porque «aunque es situación complicada, es algo temporal».
Más allá, y especialmente en el caso en que el enfermo convive con su cuidador cónyuge y familiar, también han insistido en la «empatía» y la «paciencia» para enfrentar por ejemplo el fenómeno de las preguntas repetidas.
«Ocurre que repreguntan las mismas cosas varias veces todos los días, que tienen conversaciones recurrentes, por las dificultades de la memoria de las personas con alzheimer», ha señalado Gloria Mas.
La experta de la fundación Pasqual Maragall ha afirmado que es «comprensible» tener momentos como cuidador en que se pierde la paciencia, pero se debe evitar la «confrontación».
«Frases como ‘otra vez’ o ‘cómo puede ser que no te acuerdes’ solo generan en el enfermo frustración, irritabilidad y tristeza. Hay que recordar que la actitud de la persona con alzheimer no depende de su voluntad», ha explicado.