«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El código de los Mossos para coordinar el 1-0 a espaldas de la Guardia Civil

La juez también constata en el auto las vigilancias de las que fueron objeto policías y guardias civiles, incluso los que iban de paisano.


Los Mossos d’Esquadra tenían un código, «Clave 21», que usaban en sus comunicaciones por la emisora corporativa para pasar un canal alternativo de comunicación mediante teléfonos móviles, donde los agentes reportaban informaciones o incidencias que no debían transmitir por el canal de radio oficial.
Así lo relata la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela en el auto de procesamiento del exjefe de los Mossos Josep Lluís Trapero, el exdirector del cuerpo Pere Soler, la intendente Teresa Laplana y el ex secretario general de Interior César Puig por sedición en su actuación en el asedio a la Conselleria de Economía y el 1-O.
En el auto, la magistrada afirma que del contenido de las comunicaciones de los Mossos durante el 1-O y los días previos se desprende la falta de colaboración con otros cuerpos policiales durante esas jornadas, ya que en ellas se ordena a los agentes autonómicos «que no actúen, que no hagan nada, que se mantengan al margen, que no intervengan, y que solo observen e informen y se sitúen en posición segura».
En esas comunicaciones se ha evidenciado además, dice Lamela, que los mossos usaban «un código propio denominado ‘Clave 21′» que consistía en la utilización de un canal alternativo.
Así, cada dotación tenía un número de contacto al que llamar cuando escuchaban ese código, en el que comunicaban «informaciones o incidencias que no debían transmitir por la emisora corporativa».
Para transmitir esas informaciones paralelas utilizaban teléfonos móviles particulares y también corporativos asignados a las dotaciones policiales, así como la aplicación de móvil WhatsApp.
La juez también constata en el auto las vigilancias de las que fueron objeto policías y guardias civiles, incluso los que iban de paisano.
Los mossos no solo informaban de la actuación de los agentes, «sino que se trataba de una auténtica vigilancia, siguiendo sus desplazamientos».
Se llegó incluso a ordenar a todas las patrullas, dice Lamela, que cesasen en sus comunicados para dar prioridad a la transmisión de información sobre los movimientos de los otros cuerpos de seguridad. De hecho, la juez destaca que se produjeron más de doscientos comunicados en este sentido solo el día del referéndum ilegal.
Las comunicaciones muestran que durante esa jornada los agentes de los Mossos se limitaron a decomisar las urnas, o bien cuando se las entregaban voluntariamente los responsables de cada centro, o una vez terminada la votación y realizado el recuento, o cuando eran abandonas en la calle tras contar los votos.
Incluso, apunta la juez, las dotaciones, con las connivencias de los mandos, pactaban con los responsables de los puntos electorales la entrega de las urnas, de forma voluntaria, una vez realizado el recuento.
Las fotografías y los vídeos incorporados al procedimiento ponen además de manifiesto, según Lamela, «la actitud de pasividad» de los Mossos en los colegios el 1 de octubre e incluso su complicidad con los componentes de las mesas, «llegando incluso a actuar contra los agentes de policía nacional y guardia civil».

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