El coste total para las arcas de la Generalidad ya supera los 141 euros diarios por preso. Es decir, más de 1,2 millones de euros cada día —unos 455 millones de euros anuales— destinados a mantener el sistema penitenciario catalán. Esta cifra adelantada por el diario E-notícies fue revelada hace unos meses por el consejero de Justicia, Ramon Espadaler, en respuesta a una pregunta parlamentaria.
Actualmente, en los 13 centros penitenciarios repartidos por Cataluña hay un total de 8.828 personas privadas de libertad, según los últimos datos actualizados al 31 de marzo de 2025 por la Consejería de Justicia. Se trata de la cifra más elevada en la última década, tras años de descenso continuado desde 2010, cuando se superaban los 10.000 reclusos. Sin embargo, desde 2023 la tendencia ha cambiado de rumbo, y en apenas un año se ha registrado un crecimiento cercano al millar de internos.
Este repunte en la población penitenciaria coincide con una creciente percepción de inseguridad y un sistema judicial al borde del colapso. Más allá del número total, hay otro dato significativo: el 51,8% de los presos son extranjeros, mientras que el 48,2% tienen nacionalidad española, aunque este último grupo incluye también a personas nacionalizadas.
Los costes asociados a este aumento no sólo impactan en el presupuesto público, sino también en la capacidad operativa de los centros. Muchos trabajadores de prisiones vienen denunciando desde hace tiempo la falta de medidas de seguridad y el aumento de agresiones por parte de los internos. Esta situación ha motivado protestas y peticiones de refuerzo por parte de los sindicatos del sector.
En paralelo, la realidad carcelaria en Cataluña ha vuelto al foco mediático gracias a la publicación de una novela que, desde dentro, narra el día a día en uno de estos centros. Se trata de No digas a nadie en qué trabajas, escrita por Albert Duchamp, jefe de unidad en la prisión de Quatre Camins. Aunque el libro es una obra de ficción, está basado en experiencias reales, y ofrece una visión íntima y reveladora del trabajo que realizan los funcionarios penitenciarios, un colectivo muchas veces invisible pese a ser fundamental en el mantenimiento del orden y la reinserción de los reclusos.