El ambiente en Pasajes (Guipúzcoa) sigue tenso tras varios días de protestas de vecinos que denuncian una creciente sensación de inseguridad en el barrio. El detonante fue una serie de robos y altercados recientes en la zona, que han derivado en una ola de manifestaciones ciudadanas. Este miércoles, un nutrido grupo de residentes volvió a concentrarse en las inmediaciones de un local conflictivo okupado por inmigrantes que ha sido objeto de críticas por su relación con algunos de los hechos delictivos que han inquietado a la comunidad, tal y como ha adelantado el diario Noticias de Guipúzcoa.
El local, situado en la calle Araneder, una pequeña vía paralela a la principal arteria de Pasajes, se encuentra actualmente cerrado. Antes de convertirse en un foco de problemas, había sido la oficina y espacio personal de un vecino fallecido del barrio de Gros. Sin embargo, tras su deceso, el lugar fue ocupado, y desde entonces, la tranquilidad del área ha sido interrumpida por incidentes que han llevado a los residentes a movilizarse para exigir medidas.
Uno de los episodios más recientes tuvo lugar el pasado viernes, cuando varios miembros de un equipo de fútbol del barrio regresaron de su entrenamiento y descubrieron en los vestuarios municipales que sus pertenencias, incluyendo teléfonos y ropa, habían sido robadas. Una vecina explicó que algunos de los dispositivos móviles robados fueron rastreados hasta este mismo local, cuya entrada se encuentra actualmente cerrada con una cadena y muestra signos de deterioro, como ventanas rotas.
El Ayuntamiento de Pasajes, preocupado por la escalada de violencia, ha anunciado que tomará medidas. Operarios municipales han sido vistos en las inmediaciones del local, preparando la instalación de postes metálicos en la calle como parte de un esfuerzo por mejorar la seguridad. El consistorio, en colaboración con la Ertzaintza, la Guardia Municipal y el Grupo de Resolución de Conflictos (GRC), ha reforzado los recursos de prevención en la zona, trabajando de manera coordinada con el Departamento de Acción Social para abordar lo que califican como «un grave problema de convivencia».
El conflicto en torno al local se intensificó el pasado 8 de octubre, cuando una pelea multitudinaria entre sus ocupantes fue presenciada por varios vecinos. Los testigos alertaron de la gravedad de la riña, que involucró palos, cazuelas y armas blancas, y terminó con siete personas detenidas, dos de las cuales resultaron heridas. Este violento incidente, junto con los robos, ha sido un punto de inflexión para muchos residentes que consideran que la situación ha llegado a un límite.
A pesar de la creciente presencia policial y las medidas tomadas por el ayuntamiento, muchos vecinos siguen manifestando su preocupación por la inseguridad que sienten al caminar por ciertas zonas del barrio, como el trayecto que lleva desde Pasajes hasta la zona de Herrera para tomar el tren. «Siempre sientes que algo puede pasar. Aunque no te hagan nada, el simple hecho de ver cómo increpan a la gente ya genera una enorme incertidumbre», comentó un residente al diario Noticias de Guipúzcoa.
Desde el pasado fin de semana, las movilizaciones no han cesado. El domingo, más de 300 personas se congregaron frente al local conflictivo para protestar. Aunque el ayuntamiento ha pedido que las manifestaciones se mantengan dentro del marco legal y se realicen de forma pacífica, el malestar sigue latente en el barrio. En una declaración conjunta firmada por todos los grupos políticos del consistorio, se subraya que «en Pasajes no se toleran los comportamientos violentos, vengan de quien vengan».