Varios medios de comunicación extranjeros han lanzado en estos días advertencias a sus ciudadanos desaconsejando viajar a Barcelona. The New York Times advierte a los estadounidenses que «no son bienvenidos», mientras que el británico The Times incluye a la capital catalana en una lista de «los destinos turísticos más hostiles de Europa». La prensa alemana y francesa también se ha sumado a estas advertencias, recoge El Debate.
La manifestación del pasado 6 de julio en la ciudad condal, que tuvo una gran repercusión mediática, fue el detonante de esta alerta. En dicha protesta, unas 2.800 personas rociaron a turistas con pistolas de agua y precintaron bares con clientes dentro, lo que generó imágenes impactantes a nivel internacional.
Los organizadores de la manifestación pidieron en su manifiesto aumentar los impuestos al turismo, reducir el número de terminales de cruceros y limitar los alojamientos turísticos de corta estancia. Estas demandas son similares a las políticas implementadas por Ada Colau durante sus ocho años como alcaldesa de Barcelona.
El Gremio de Hoteles de Barcelona calificó las acciones de la protesta como perpetradas por «un grupo limitado de ciudadanos que visualiza una corriente de opinión particular de ciertos movimientos sociales». A pesar de las medidas propuestas, la turismofobia sigue agravándose en Barcelona, con manifestantes exigiendo medidas como la prohibición de puestos de degustación en mercados municipales y la regulación o prohibición de licencias de establecimientos turísticos.
La situación plantea preguntas sobre el futuro económico de Barcelona, una ciudad que recibió 26 millones de turistas el año pasado y cuya economía depende en gran medida del sector servicios ligado al turismo. Aunque el Ministerio de Turismo prevé un aumento del 13% en la llegada de turistas a España entre julio y septiembre, algunos se preguntan si la ciudad está dispuesta a perder este crecimiento económico.
