«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
red eléctrica había emitido advertencias en los últimos meses

Moncloa fue advertida del riesgo eléctrico antes del apagón mientras presumía de «récord verde»

Placas fotovoltaicas.

El apagón que dejó a oscuras a España el pasado lunes, el más grave en la historia del país, sigue sin una explicación oficial. Pero los expertos en el sector energético coinciden en una hipótesis que gana fuerza: un sistema eléctrico descompensado por la obsesión del Gobierno con las energías renovables, cuya intermitencia, sumada al abandono progresivo de tecnologías estables como la nuclear, provocó una caída de tensión que afectó no sólo a España, sino también a regiones de Portugal y del sur de Francia durante más de 12 horas.

Y lo más grave: el Ejecutivo conocía los riesgos. Red Eléctrica, controlada por el propio Gobierno, había emitido advertencias en los últimos meses. Sin embargo, Moncloa no atendió ni a esos avisos ni a los síntomas que comenzaron a manifestarse en los días previos al colapso, cuando incluso miembros del Consejo de Ministros reconocían fallos en el sistema sin otorgarles la relevancia que ahora, tras el «cero energético», adquieren.

El 21 de abril, apenas una semana antes del apagón, Red Eléctrica alardeaba en redes sociales de un «nuevo récord de producción fotovoltaica». A mediodía, la potencia renovable alcanzó los 20.120 MW, cubriendo el 61,5% del mix peninsular. Un dato que evidenciaba ya un desequilibrio en el sistema.

Un día después, el martes 22, se produjo el primer aviso serio: el caos ferroviario entre Valladolid y Chamartín, y en la variante de Pajares, causado por un exceso de producción renovable mal gestionado. Así lo reconoció el propio ministro de Transportes, Óscar Puente, en redes sociales. El incidente dejó 31 trenes paralizados y a casi 10.000 pasajeros varados por un problema eléctrico que interrumpió el suministro en las subestaciones.

Puente explicó en X que «un exceso de tensión en la red» había hecho saltar las protecciones en la infraestructura eléctrica. Acompañó su mensaje con una gráfica del mix energético donde las renovables dominaban con claridad. Incluso admitió que la caída de la demanda a esa hora había agravado el desequilibrio.

Lejos de asumir responsabilidades, Puente intentó justificar el caos como «una consecuencia del progreso», afirmando que había «más generación de electricidad por las renovables (no acumulable) que la que se consume», lo que genera «picos de tensión». En otras palabras, el ministro señalaba de forma tácita que el sistema no está preparado para sostener el peso que el Gobierno pretende imponerle a las fuentes intermitentes.

En su intento por culpar a Red Eléctrica del caos ferroviario, el propio ministro Puente terminó revelando el síntoma más evidente de un modelo que no funciona. Y muchos ya advierten de que, si el Gobierno no rectifica su deriva energética, lo ocurrido el 28 de abril puede repetirse.

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