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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Ridículo de Rufián: el bufón nacionalista lleva unas esposas al Congreso

El político de ERC aseguró que iba a abandonar el Congreso de los Diputados tras el 1-O, pero de momento ahí sigue. El sucio dinero, que diría Sabina.


Gabriel Rufián ha mutado en un actor de teatro. El diputado de ERC representa cada semana una comedia en el Congreso de los Diputados, el lugar que juró abandonar tras la celebración del referéndum del 1-O, y sus actuaciones se están convirtiendo un género propio: el ridículo.
Rufián se ha plantado en su escaño con unas esposas y una camiseta pidiendo la libertad de los líderes nacionalistas encarcelados. Por todos es sabido que el político catalán desconoce los artículos de la Constitución y el Código Penal, pero nadie esperaba que tuviera los bemoles de reprocharle al ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, la entrada en prisión de Oriol Junqueras o Josep Rull, entre otros.


La actuación de Rufián ha transcurrido entre las risas de unos y los abucheos de otros. Los mejores siempre tuvieron que soportar las críticas más duras. Sin embargo, el diputado no contaba con la respuesta de Zoido y su estilo de fajador sevillano. El primer ministro está curtido en las barras más emblemáticas de la capital hispalense, donde los debates se arremolinan en torno a un plato de altramuces y las discusiones se ganan entre trago y trago de Cruzcampo.
«Se le ha olvidado a usted la impresora, señor Rufián. Con ella quizás podría haber impreso su renuncia al acta de diputado, tal y como anunció que iba a hacer», le espetó Zoido con una media sonrisa de suficiencia. Jaque mate. El sevillano se sabía ganador de la pelea dialéctica semanal con el catalán y disfruto del final de su intervención.
Minutos después, un derrotado Rufián abandonaba la Cámara Baja con rumbo desconocido y la lección bien aprendida: Manolete, ¡si no sabes torear, pa’ qué te metes!
 

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