Pablo González ha sido acusado por las autoridades polacas de haber trabajado como espía para Rusia durante casi diez años. Se le vincula con la recopilación de información clave sobre figuras de la oposición rusa, como Alexei Navalny, y de opositores bielorrusos. Además, se le acusa de haber entregado fotos y contraseñas wifi de lugares donde se reunían activistas en el exilio, facilitando el acceso a sus dispositivos para posibles ciberataques. Los informes que González habría enviado a Moscú también abarcan temas como las aspiraciones de nuevos miembros de la OTAN y la seguridad de los países vecinos de Rusia, asuntos que siempre han sido de gran interés para el Kremlin.
Así lo asegura la exclusiva que publica este domingo El Mundo, que incluye una serie de documentos que detallan las actividades de espionaje de González, quien trabajaba como periodista independiente desde el estallido de la guerra en Ucrania. González fue encarcelado en Polonia bajo acusaciones de espionaje contra este país, y fue liberado en agosto tras un intercambio de prisioneros solicitado por Rusia, en lo que ha sido el mayor acuerdo de este tipo desde la Guerra Fría. La Fiscalía polaca mantiene activa una causa en su contra, basada en una extensa documentación compartida con los servicios de inteligencia españoles.
El expediente judicial polaco describe a González bajo el alias Pavel Rubtsov, un periodista y politólogo de origen ruso, casado y con cuatro hijos, que residía en España desde 1992, aunque mantenía la ciudadanía rusa. Según las autoridades polacas, desde 2016 habría sido formalmente miembro del servicio de inteligencia militar ruso, el GRU, transmitiendo información sensible sobre diversas temáticas. Se le acusa de haber proporcionado información sobre las clínicas en Barcelona y Lausana donde fue tratado Navalny, el principal opositor a Putin, tras sufrir diversos atentados.
Uno de los documentos en poder de González, fechado en junio de 2017, contenía direcciones de clínicas médicas que atendieron a Navalny, y las autoridades polacas han comprobado que el acusado se cruzó al menos en dos ocasiones con el opositor ruso en Europa. En uno de esos encuentros, ocurrido en Barcelona, González se hizo una selfie con Navalny, quien había viajado a la ciudad para someterse a una cirugía ocular. González no sólo recabó información sobre la clínica, sino que también la envió a Moscú. Posteriormente, publicó la fotografía en internet para reforzar la narrativa de que Navalny no era objetivo del gobierno ruso, sugiriendo que, si lo fuera, no se le facilitaría su pasaporte para viajar al extranjero.
En los años siguientes, Pablo González continuó publicando artículos que, según las autoridades polacas, estaban alineados con la propaganda oficial rusa. Entre 2016 y 2021, reportó a Moscú sobre los procesos de adhesión de antiguos Estados soviéticos a la OTAN, así como sobre la infraestructura de seguridad en Polonia. Además, mantuvo contacto con figuras clave de la oposición rusa en el extranjero, como Ilya Yashin y Vladimir Kara-Murza, y llegó a hacerse con archivos del correo electrónico del opositor Boris Nemtsov, asesinado en 2015.
El caso de Pablo González sigue en curso en Polonia, y las autoridades continúan evaluando la magnitud de su actividad como espía, así como el impacto de la información que pudo haber transmitido al servicio de inteligencia ruso durante sus años de actividad en Europa.