«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu

Paiporta, un mes en el fango: un pueblo roto ante el abandono del Gobierno

Cartel en apoyo a los voluntarios en Paiporta.

Las calles de Paiporta son el reflejo de una catástrofe que no termina. Más de un mes después de las inundaciones que arrasaron el municipio el 29 de octubre, la vida de sus habitantes se ha convertido en una lucha diaria contra el abandono institucional, el hambre y la desesperación.

Los supermercados permanecen cerrados, sus puertas cubiertas de polvo y sus estantes vacíos. Donde antes había vida comercial, hoy hay silencio. En su lugar, cientos de vecinos se congregan cada día frente a la parroquia, formando colas para recibir alimentos y agua de las donaciones organizadas por la asociación juvenil Revuelta y otros grupos de voluntarios.

El aire en Paiporta está cargado de polvo y la mayoría de vecinos ha optado por volver a las mascarillas. Muchos garajes siguen inundados y se han convertido en focos de toxicidad. Algunos tienen restos de aguas fecales, resultado de la rotura de tuberías durante la riada, y las bombas de extracción de agua llegan a la vez que las cámaras de LA GACETA, 34 días después.

Dentro de las casas, la situación no es mejor. Los ascensores averiados han convertido los pisos altos en prisiones para las personas mayores.

El tejido comercial de Paiporta está colapsado. Tiendas, cafeterías y talleres mecánicos han cerrado sus puertas, muchos de ellos para siempre. Aunque Mercadona ha ofrecido apoyo a algunos comerciantes, la mayoría se sienten abandonados.

Y para miles de vecinos, la destrucción de sus vehículos es el golpe final. Los cementerios de coches inutilizables son monumentos a la desesperación. Para muchos, el coche no era un lujo, sino una necesidad para llegar a sus trabajos, ubicados a kilómetros de distancia. Las ayudas del consorcio, ya de por sí escasas, no alcanzan ni para un coche usado, mucho menos para un eléctrico, cuya compra ha sido recomendada desde el gobierno.

En Paiporta, cada día es una batalla contra el olvido, mientras sus vecinos luchan por reconstruir sus vidas sin saber si llegará la ayuda que tanto necesitan.

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