El partido morado ha perfeccionado un sistema de trilero para, ante según qué sucesos, sacar el mayor rédito electoral posible.
La secretaria general de Podemos Galicia, Carmen Santos, ha cargado contra «la privatización, la precarización, la dejadez y el abandono» del sistema de extinción de incendios.
«Las prioridades de la Xunta están en las puertas giratorias, en los sobres en B, en tapar sus trapos sucios, la corrupción y no aceptar cosas como, por ejemplo, la Fiscalía Anticorrupción», ha denunciado la política de Podemos.
Se le ha borrado. pic.twitter.com/AXJ7KPG3F1
— Diego de Schouwer (@dexamina) 15 de octubre de 2017
Párrafo aparte para Pablo Echenique. El podemita bromea con la desgracia en Galicia y asegura que, ante la imposiblidad de que los fuegos lleguen de Venezuela, es el «momento de echar la culpa a Portugal». Una nueva muestra más de la bajeza moral de un político que reclamaba una mejora de las condiciones laborales de los asalariados mientras mantenía a una asistenta del hogar sin dar de alta en la Seguridad Social.
– ¿Cómo explico que no tenemos nada que ver?
+ ¿Pirómanos de Venezuela?
– Mmm, demasiado. Dejémoslo en Portugal.https://t.co/PPz3XdWSGk— Pablo Echenique (@pnique) 15 de octubre de 2017
El partido morado utiliza de nuevo una desgracia, en este caso un ataque incendiario contra toda Galicia, parte de Asturias y Portugal, para sacar el mayor rédito electoral posible. Una estrategia habitual en la formación que lidera Pablo Iglesias, que desde su creación se ha servido de ciertos sucesos trágicos para hacer política.
Sólo en algunos caso, por supuesto. En otros, Iglesias y el resto de dirigentes acuden raudos a negar la realidad. Lo vimos tras los atentados islamistas en Barcelona donde, ante el estupor general, tuvimos que escuchar al líder de Podemos relacionar el ataque terrorista con la guerra de Irak.
La política como juego de trileros. Y es que el discurso de los responsables de Podemos se tambaleaba cuando hablaban de los «jóvenes de Ripoll» y la parte de culpabilidad de la sociedad occidental en su proceso de radicalización. Uno no alcanzaba -ni entonces ni ahora- a comprender cómo el atentado era una respuesta al conflicto en Irak y la célula terrorista era un «grupo de jóvenes de Ripoll».
Los barceloneses tuvieron que soportar estupefactos cómo Marina Garcés, durante el pregón de las fiestas de la Mercè donde fue invitada por Ada Colau, lamentar la «ausencia dolorosa de unos jóvenes de Ripoll que tampoco estarán y sobre los que siempre tendremos la duda de si realmente querían morir matando».