«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Policías relatan 'el caos y la anarquía' que imperan en la valla de Melilla

Respecto a la colaboración de Marruecos afirman que «es del todo insuficiente, resultando en muchos casos sospechoso cómo se producen avalanchas de grupos organizados».

Los sindicatos policiales SUP, UFP, CEP y SPP han denunciado la «situación prácticamente límite» que se está produciendo en los pasos fronterizos entre España y Marruecos en Melilla, que afecta no solo a los derechos de los agentes y los usuarios de la frontera sino también a la seguridad nacional.
Los representantes nacionales de los cuatro sindicatos de la Policía Nacional han hecho esta advertencia en una rueda de prensa conjunta tras pasar varios días en Melilla, donde han observado de primera mano la realidad de los pasos fronterizos y han mantenido reuniones con responsables de la Ciudad Autónoma, de la Delegación del Gobierno y de los partidos políticos.
Los cuatro sindicatos, que han formado una unidad de acción en este sentido, han solicitado la creación de una plantilla independiente para los puestos fronterizos terrestres de Melilla para paliar el problema de escasez de personal, que debería estar dotada de unos 150 funcionarios destinados en exclusividad y con una formación y especialidad en el tránsito de personas.
Sin embargo, las carencias en materia de personal «son terribles», como ha explicado el portavoz nacional del Sindicato Unificado de Policía (SUP), Ramón Cossío, que ha señalado que en la frontera de Melilla hay en el lado marroquí 14.000 personas esperando para cruzar a territorio nacional, mientras en el lado español hay apenas una decena de policías para comprobar sus pasaportes.
La «presión» que ejercen quienes quieren pasar la frontera, al estar en una situación económica de «absoluta precariedad», hace «imposible» verificar «miles de pasaportes» porque los policías «no dan abasto», mientras «intentan en penosas condiciones establecer sin recursos cierto criterio de entrada».
Además, «tampoco se verifican los fardos de la gente que pasa la frontera» en el desarrollo del denominado comercio atípico, una actividad «extremadamente peligrosa para la seguridad de la ciudad, y del propio Estado», teniendo en cuenta «el nivel 4 de alerta antiterrorista en el que nos hallamos y la posibilidad de contrabando de sustancias prohibidas».
A juicio de los cuatro sindicatos policiales, el comercio atípico que se desarrolla en la frontera de Melilla es un «modelo de esclavitud nada propio de países desarrollados» y, además, «no hay posibilidad técnica ni humana de ejercer control» sobre ella.
Todo ello les ha llevado a asegurar que «en Melilla no existe frontera, o al menos desde un punto de vista policial se puede entender como tal», ya que «impera el caos, el desorden, incluso la anarquía» en los pasos fronterizos.
También han denunciado que la labor policial en la frontera es «una actividad peligrosa por falta de recursos humanos y materiales», a la que se añaden los «humos, olores y suciedad por todas partes» que se concentran en unas «instalaciones policiales ruinosas».
Además, en el paso fronterizo de Beni-Enzar existe una oficina de asilo que ha tramitado 10.500 solicitudes desde su apertura hace justo tres años, «contando apenas con una decena funcionarios para desarrollar esta misión, en unas instalaciones sucias y con goteras».
El SUP, UFP, CEP y SPP han considerado «llamativo» que Frontex no aporta recursos para tratar de revertir esta situación, aunque han dicho desconocer si se han tramitado solicitudes desde España a tal efecto.
Respecto a la colaboración de Marruecos afirman que «es del todo insuficiente, resultando en muchos casos sospechoso cómo se producen avalanchas de grupos organizados que corriendo asaltan la puerta y lo que encuentran a su paso, o se encaraman en la valla ante la pasividad de los agentes marroquíes».
Pese a que se producen accidentes, con pérdida de vidas humanas, «no se remedia una situación lamentable y tercermundista en una frontera del espacio Schengen» como la de Melilla, que «no tiene parangón con ninguna otra».

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