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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Así es el ‘protocolo de transexualidad’ que quiere imponer Castilla y León

Los centros públicos y concertados de Castilla y León deberán aplicar desde el próximo curso escolar un protocolo en pruebas que deberá promover “la diversidad sexual”, entre otras medidas. 

Gobernada desde 1987 por el Partido Popular, Castilla y León se suma a las comunidades que imponen en las aulas escolares la ingeniería social del lobby LGTB. A través del ‘Protocolo de atención educativa y acompañamiento al alumnado en situación de transexualidad y alumnado con expresión de género no normativa’, diseñado desde la Consejería de Educación, Castilla y León impondrá en los centros escolares públicos y concertados una educación ‘desde la perspectiva de género’.
Así, el protocolo, que se refiere a los niños como ‘el alumnado’ para evitar la expresión ‘alumnos’ o ‘alumnas’, explica, por ejemplo, cómo debe actuar el centro educativo cuando se tope con una familia que ‘no acepte’ la identidad sexual o ciertos comportamientos de género no normativo del alumno: “El equipo Directivo y Equipo Docente, adoptarán medidas necesarias para garantizar el bienestar, inclusión y seguridad del alumno o alumna en el centro educativo. El servicio de orientación acompañará a la familia en el proceso de entender, asumir y gestionar la situación, respetando siempre el derecho del alumno o alumna al desarrollo de su personalidad e identidad. En el caso de que se detecten indicios de riesgo, maltrato o desprotección, el Equipo Directivo procederá a comunicar la situación a la Fiscalía de Menores y Sección de Protección a la Infancia y/o Servicios corporativos locales y/o fuerzas y cuerpos de seguridad competentes”.
El protocolo establece, además, que se deberá dar a conocer y promover “la diversidad sexual”, como un hecho de diversidad. Hay más: “los distintos miembros de la comunidad educativa deberán dirigirse al alumno o alumna por el nombre elegido conforme a su identidad de género independientemente de sus datos
administrativos”, y “garantizar la libertad en el uso de la vestimenta con la que el alumno o alumna se sienta identificado. Si en el centro existiese la obligatoriedad de vestir un uniforme diferenciado por sexos, se reconocerá el derecho del alumno o alumna a vestir con ropas o uniforme acordes a la identidad de género manifestada”.
Entre otras indicaciones, el protocolo señala que los centros educativos deben “evitar realizar actividades diferenciadas por sexo; procurar el uso de baños mixtos” o, en su defecto, garantizar que “el alumnado acceda a los aseos y vestuarios que le corresponda de acuerdo con su sexo sentido”.
Unas medidas destinadas a proteger a los pequeños que sufran la conocida como disforia de género -una minoría entre la población escolar-, pero que no terminan ahí. En la línea de la imposición ideológica del lobby LGTB, el Protocolo va mucho más allá de la protección a los menores y fomenta una nueva ingeniería social explicando, por ejemplo, a niños de entre tres y seis años, la diferencia entre inseminación natural o inseminación artificial.
Los centros educativos públicos y concertados deberán incluir, desde el próximo curso escolar, “la diversidad de identidad o expresión de género no normativa en los
diferentes documentos de centro -Plan de Orientación de Centro, Plan de
Convivencia, Plan de igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres- además, de medidas y actuaciones de atención y de visibilización” de las distintas realidades LGTB.
Puede consultar el documento íntegro en este enlace: Protocolo Fase Experimental

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