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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Los delirios de Puigdemont: O gano yo, o el apocalipsis

En uno de sus últimos delirios el exlíder regional ha querido exponer que todo lo que se sitúe fuera del separatismo será dañino para Cataluña. Ha planteado una especie de dicotomía imposible: la panacea vs el apocalipsis.

El expresidente de la Generalitat y cabeza de lista de Junts per Catalunya, Carles Puigdemont, ha avisado a los secesionistas de que «si el 21D no ganamos, lo arrasarán todo».
Puigdemont, que este jueves en una entrevista en TV3 ha dicho que no se arrepentía de no haber convocado él las elecciones antes de proceder a la declaración unilateral de independencia, ha criticado en Twitter la que, a su juicio, es la «nueva realidad española».
Desde Bruselas, pendiente de su posible proceso de extradición a España, Puigdemont ha señalado que «en la nueva realidad española, el color amarillo es delictivo, las balas de goma, juguetes en las escuelas, los buenos católicos besan la Constitución, los humoristas son criminales y la ultraderecha, ciudadanos ejemplares. Y son solo los entrantes. Si el 21D no ganamos, arrasarán con todo».

Sus mentiras no cuajan en el exterior

Puigdemont y cuatro de sus exconsejeros cumplen este jueves un mes de estancia en Bélgica pretendiendo «internacionalizar» su caso, pero con escaso éxito.
El interés que despertaba conocer dónde residían en sus primeros días en Bélgica se ha evaporado por completo y en la actualidad los medios están pendientes del próximo día 4 de diciembre, fecha en la que deberán comparecer ante la Cámara del Consejo, tribunal de primera instancia belga, después de que el pasado 17 de noviembre el juez decidiera posponer la vista.
El juez belga a cargo de la euroorden sobre los miembros del Gobierno de la Generalitat cesados pospuso hasta el próximo lunes la puesta en marcha del procedimiento judicial, tras escuchar las alegaciones de la defensa y la Fiscalía.
La nueva comparecencia judicial de Puigdemont, Antoni Comín (Salud), Clara Ponsatí (Enseñanza), Lluis Puig (Cultura) y Meritxell Serret (Agricultura) se celebrará un día antes del comienzo de la campaña de las próximas elecciones autonómicas catalanas, y allí deberán hacer sus alegatos, que deben elaborarse por escrito.
En estos treinta días se ha visto un poco de todo, desde apariciones fugaces de Puigdemont en la presentación de un libro sobre Cataluña en Bruselas, con salida del acto por la puerta de atrás para evitar a la prensa, hasta su incomparecencia en un domingo lluvioso en una concentración en el Parque del Cincuentenario, pasando por la presentación rotunda de su lista «Junts per Catalunya» (JxCAT) en un hotel de la localidad de Brujas.
La prensa flamenca ha puesto de relieve que la presencia de Puigdemont en Bélgica ejerce presión tanto en las relaciones con España como entre los partidos coaligados en el Gobierno del primer ministro, Charles Michel, ya que la N-VA, partido flamenco mayoritario, nunca ha ocultado su simpatía por los nacionalistas catalanes.

Llama a la puerta de Bruselas…

En medio, afirmaciones como que está dispuesto a ser candidato a las elecciones del 21-D, incluso desde el extranjero; que está preparado para ser extraditado y que tanto él como sus exconsejeros son conscientes de que pueden acabar en cárceles españolas; o la creación de una «estructura estable» para coordinar las acciones del «legítimo Govern» desde Bélgica.
Y día sí y el otro también insistiendo en la necesidad de que Bruselas «reaccione» y tome cartas en el asunto para resolver el contencioso catalán y presione a Madrid en tal sentido.
La respuesta de las instituciones europeas ha sido desde el principio inequívoca y en ningún momento se han planteado mediar en esta cuestión, que consideran un asunto interno español, ya que su relación con los países miembros es solo con los Estados.

… y recibe un portazo

Tal como auguró el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, si se abriera la puerta al escenario que pretende Puigdemont, en diez años la Unión Europea (UE) no estaría compuesta por Veintisiete países, sino por casi un centenar de miembros, lo que la haría ingobernable.
La contundencia de la respuesta de las instituciones europeas cogió con el paso cambiado a Puigdemont, quien el pasado domingo llegó a decir a un medio de comunicación israelí que los catalanes «deberían votar si desean pertenecer a la Unión Europea, ya que quizás no hay mucha gente que quiera formar parte de una UE insensible al atropello de los derechos humanos y democráticos de una parte del territorio».
Aunque luego matizó sus declaraciones, al indicar que apostaba por un «catalanismo indudablemente europeísta», lo cierto es que la CE le respondió al indicarle que la UE es «una unión de democracias, basada en el Estado de Derecho» y «el mayor mercado interno mundial». «Preferimos ver la UE como una unión de democracias», dijo un portavoz.
Visto lo visto, parece que algunos han caído en la cuenta de que deben variar la estrategia y quizás por eso este miércoles se presentó en Bruselas una plataforma de diálogo UE-Catalunya, impulsada por un grupo de eurodiputados preocupados «por el punto crítico al que ha llegado la situación».
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