Quien llegara a la plaza de Colón influido por las crónicas que aluden al PSOE bueno se llevaría una enorme decepción: bajo la rojigualda más grande de España no había ni rastro de los militantes y cargos socialistas que, según los medios del centro-derecha, deberían estar rompiendo el carnet del partido al grito de España, España, España. Nada de eso.
Ni Pages, ni Lambanes, ni mucho menos Fernández Vara, ahora tan silente, aparecen cuando la ocasión lo requiere. Su función, ampliamente explicada, consiste en cultivar el arte de amagar y no dar para entretener al amplísimo mainstream bipartidista. Y así hasta el próximo comité federal.
El de este fin de semana transcurrió según lo esperado gracias a Page, verso suelto oficial, que apeló a un PSOE imaginario cuyos valores son traicionados. Mientras, Pedro Sánchez enfocó la amnistía no como un problema catalán, sino en el nombre y el interés de España y la convivencia. Amnistiar a Puigdemont, puro patriotismo.
La confirmación oficial de que el Estado pedirá perdón a los golpistas catalanes por aplicar la ley y defender el Estado de derecho espoleó aún más los ánimos en Colón, donde se leían pancartas que no distinguían entre socialistas buenos y socialistas malos («PSOE: traidores, ladrones, guerracivilistas, estafadores») pero sí entre quienes reciben tratos de favor («golpistas protegidos, españoles abandonados»). Quién sabe cuántos de los presentes se animaron a última hora a atender la llamada de DENAES por el discurso sabatino de Sánchez, banderín de enganche de los más rezagados, y eso que hasta el cambio de hora jugaba a favor.
Sin embargo, ni los más optimistas podían imaginar que la asistencia alcanzara los 100.000 asistentes ni que, mucho menos, lo corroborasen la delegación del Gobierno y hasta El País. La organización eleva la asistencia a casi 200.000. En un inusual tratamiento informativo a VOX, el diario de Prisa no publicó la clásica foto cenital de la plaza semivacía una hora antes del inicio del acto o una rojigualda con el águila de San Juan de esas que sólo encuentra un reportero de La Sexta.
El tratamiento, huelga reconocerlo, fue mucho más honesto que el otorgado por Antena 3 y La Razón, para quienes los españoles que desbordaron Colón no existen. El País tituló que «Abascal reúne en Madrid a 100.000 personas contra la amnistía, el doble que Feijoo» y comenzó la crónica diciendo que VOX «le ha ganado de calle al PP». Nada de esto debe gustar en Génova 13, sobre todo, después de ciertos favores del pasado, como cuando el Gobierno de Rajoy y Soraya medió ante el Santander para que refinanciara la deuda del grupo Prisa. Así se lo pagan.
Desde luego, Santiago Abascal no se acordó en ningún momento de su socio de Gobierno en cinco regiones porque la amenaza en ciernes «exige de todos unidad y patriotismo». Su discurso iba dirigido a Pedro Sánchez y a quienes sacarán adelante su investidura a cambio de la amnistía. El arranque —tan apropiado para un 29 de octubre— dejó una de esas frases imposibles de escuchar en la tribuna del Congreso: «Los partidos son secundarios cuando la patria está en peligro».
Más tarde Abascal aclaró que no se trataba de una protesta más, sino de advertir que si las leyes ni valen ni obligan a los cómplices del Gobierno, entonces tampoco a los españoles. Sánchez, en ese caso, debería seguir el camino de Puigdemont y otros grandes traidores de la historia —citó también a Godoy, Fernando VII y Sabino Arana— y pedirle acomodo en el cuarto de invitados de Waterloo, refugio de golpistas y ocaso de emperadores.
Claro que la amenaza que se cierne sobre la nación no parece lo suficientemente grave para todos. Hay cosas peores, como la idoneidad de celebrar actos conjuntos y menos en un lugar así. La foto de Colón protagonizada por Rivera, Casado y Abascal en 2019 —bautizada como el trifachito por la izquierda— condicionó la acción política de los sectores más centristas. Nadie los conoce mejor que Girauta, que lanzaba este aviso a navegantes: «Hay algunos que por razones que no me explico le tienen miedo a la plaza de Colón… resumiendo: como no querían que viniésemos a la plaza de Colón hemos venido a la plaza de Colón y seguiremos viniendo».