«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Les acusan de frecuentar puticlubs o casas de amantes en su tiempo libre

Salvados prepara un documental contra los amenazados de muerte por ETA: «Cantaban el Cara al Sol en las herriko tabernas»

(Foto de ARCHIVO) Una persona deposita una flor en una ofrenda floral en recuerdo a Fernando Buesa y Jorge Díez en el XXII aniversario de su asesinato por parte de ETA - Europa Press

El programa de La Sexta Salvados, presentado por Fernando González González (Gonzo), ha lanzado una previa del documental llamado «Txakurras» (perros) que emitirán este domingo sobre los guardaespaldas encargados de proteger la vida de los amenazados por la banda terrorista ETA.

En ella, un exescolta denominado Aitor Goikoetxea critica la «vida oculta» de muchos de los señalados —principalmente políticos— por la banda terrorista: «En su vida personal iban a sitios que otros no vamos. Desde a casa de sus amantes, a puticlubs o fiestas privadas donde se juntaban varios y hacían celebraciones muy cañeras».

A la pregunta de si en muchas ocasiones se encontró con la situación de ser sometido a momentos de peligro por culpa de los amenazados, responde de forma clara: «Por supuesto». En ese momento, otro exagente destinado al País Vasco llamado Francisco Díaz aparece revelando que a estas personas (las víctimas) les gustaba frecuentar las «Herriko tabernas» a modo de provocación: «Si se ponía la cosa complicada tiraban de nosotros. Nos usaban cuando se enfrentaban a la gente en la herriko. Se ponían a cantar el Cara al Sol y cuando los del entorno no aguantaban más decían: venga, escoltas».

Por último, Goikoetxea cuenta que una vez escuchó a los señalados decir que les vendría bien un asesinato terrorista: «Una de las cosas que más asco y rabia me dio fue escuchar como decía uno a otro que ahora nos vendría bien un atentado en la zona para salir en prensa y mantener el nivel», rememora criticando que el Estado estuviese destinando gastos económicos y humanos para protegerles.

De esta forma, La Sexta trata de posicionar a las víctimas como verdugos y construir un trauma reciente de una banda terrorista que mató a casi mil personas en un conflicto en el que no había buenos ni malos.

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