Muchos políticos españoles cuando se miran en el espejo por la mañana se quieren parecer a Francisco Franco. Aunque le detesten, envidian de él su mando absoluto y la corte de pelotas que le rodeaba. De modo que, en cuanto pueden, copian algunas de sus maneras de actuar y hasta las superan.
A Pedro Sánchez hay que reconocerle que sabe premiar a quienes le venden el alma. Dentro del Estado, miremos donde miremos, encontramos siervos suyos. Y los coloca sin achantarse por el escándalo. En parte porque le importa un comino el qué dirán; y en otra parte porque cuenta con el aplauso de docenas de palmeros que esperan que el amo les premie su servicio con algún chollo bien retribuido con dinero público.
El nombramiento de un ministro para dirigir el Banco de España es otra de esas «puertas giratorias» de los políticos que las izquierdas (sobre todo Podemos) querían suprimir, pero que, de acuerdo con su hipocresía, han mantenido. Sánchez está a punto de designar para el puesto a uno de sus peones: José Luis Escrivá, actualmente ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública y entre 2020 y 2023 ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Es decir, Escrivá investido de la autoridad de ser gobernador del Banco de España (retribuido con más de 200.000 euros brutos anuales) comentaría la política económica del Gobierno del que formó parte.
Sánchez nos mete en el túnel del tiempo y nos devuelve a la «España en blanco y negro», ya que recupera una tradición franquista. El 7 de julio de 1965, cesó como ministro de Hacienda el aragonés Mariano Navarro Rubio; y el 9 de julio un decreto firmado por Franco le nombró gobernador del Banco de España.
Según el texto del decreto, la propuesta la hizo en el consejo de ministros el nuevo titular de la cartera, Juan José San Martín, que había desempeñado varios altos cargos en Hacienda nombrado por Navarro Rubio. ¡Simples casualidades!
Navarro Rubio sustituyó al anciano Joaquín Benjumea Burín, que había fallecido en 1963 y disfrutado de semejante bicoca desde 1951. Antes, también había sido ministro de Hacienda durante diez años, desde 1941. La diferencia es que Franco dejó más tiempo entre el cese y el nombramiento de Benjumea, unos 50 días, que en el caso de Navarro Rubio.
Encima, Navarro Rubio se aplicó a sí mismo la reforma del Banco de España que había elaborado poco antes. En 1962, se aprobaron la Ley 2/1962 de 14 de abril de Bases de la Ordenación del Crédito y de la Banca y el Decreto-Ley 18/1962, de 7 de junio, de nacionalización y reorganización del Banco de España. Más competencias para el Banco de España y más poder para el gobernador.
Durante su mandato, cortado por el escándalo financiero de la empresa Matesa que le llevó a dimitir, se incorporaron a la institución varios economistas socialistas: Mariano Rubio, Miguel Boyer y Carlos Solchaga. El primero también fue gobernador (1984-1992); y los segundos, ministros de Felipe González.
Otra coincidencia entre los dos gobernantes, Franco y Sánchez, uno autoritario y el otro también, es que toman la medida en verano, para que el populacho no proteste mucho.
Pero el socialista Sánchez ha ido más lejos que el militar Franco en la ocupación de las instituciones del Estado. Franco no colocó a ministros suyos en el Tribunal Supremo (como hace Sánchez en el Constitucional) ni recibió en su palacio a ningún empresario con el que tuviera negocios su mujer.