Los negociadores de Pedro Sánchez con ERC dan ya por atado el voto de los republicanos en la próxima investidura del candidato designado este martes por el Rey, después de que la izquierda independentista catalana se haya dado por satisfecha con la promesa de la amnistía y haya permitido al PSOE aplazar el referéndum que también exigían en un principio como condición para permitir un gobierno socialista.
El candidato y su entorno estarían ahora centrados, por tanto, en satisfacer las exigencias del prófugo Carles Puigdemont para obtener también el apoyo de Junts, con siete diputados clave para que Sánchez no fracase en su votación como presidente. El temor en el PSOE es que Puigdemont pueda no darse por satisfecho con las condiciones de la amnistía y haga exigencias imposibles de cumplir al gobierno en funciones.
Por su parte, el ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática en funciones, Félix Bolaños ha evitado responder esta mañana a una pregunta sobre los motivos del Gobierno para no citar la palabra amnistía, condición que han exigido los independentistas catalanes para votar a favor de la investidura de Pedro Sánchez. Bolaños ha defendiendo que todas las partes tienen que poner de su parte «para cerrar heridas». En declaraciones a los periodistas desde el Museo Lázaro Galdeano de Madrid, Bolaños ha defendido esta «generosidad», a la que apelaba este martes el jefe del Ejecutivo en funciones, Pedro Sánchez, para que «todas las fuerzas políticas pongan de su parte».
Además, la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico en funciones, Teresa Ribera, ha calificado de «actitud enormemente mezquina» que el PP critique a Sánchez por ofrecer generosidad a los independentistas catalanes que provocaron el procés.