Dos semanas después del colapso eléctrico que dejó a oscuras a toda la Península Ibérica, las investigaciones oficiales siguen sin arrojar luz sobre las causas reales del apagón. Ni el origen de las oscilaciones previas ni la desconexión masiva de generación tienen explicación. La hipótesis del ciberataque, que el Ejecutivo se ha negado a descartar desde el primer momento, no cuenta con ninguna prueba que la respalde.
Lo que sí ha empezado a tomar fuerza entre expertos y primeros análisis es el factor que todos señalan: la inestabilidad de un sistema eléctrico saturado por renovables intermitentes, como la solar y la eólica, que dominaban la generación en los días previos al cero total.
Según el primer informe de ENTSO-e —organización europea que agrupa a las compañías eléctricas, entre ellas la española Redeia (antigua Red Eléctrica)—, a las 12:32:57 del día del apagón se desconectaron 2,2 GW de generación en el sur de España. Veinte segundos después, la red ya presentaba caídas de frecuencia y subidas de tensión tanto en España como en Portugal.
La frecuencia cayó hasta los 48 hercios, lo que activó automáticamente los sistemas de protección en ambos países. A las 12:33:21, las interconexiones con Francia fueron cortadas por los dispositivos de defensa ante pérdida de sincronismo. Tres segundos más tarde, el sistema ibérico se vino abajo.
Muchos expertos han puesto el foco en un dato revelador: la energía solar llegó a cubrir el 60% de la demanda eléctrica justo antes del apagón. El problema no es su bajo coste, sino su falta de inercia rotatoria, ya que no produce electricidad mediante grandes turbinas. Esto impide que contribuya de forma eficaz a mantener la estabilidad del sistema.
En ese mismo momento, la energía nuclear tenía tres de sus siete reactores parados, y los ciclos combinados apenas aportaban. Sólo tras el apagón, el gas natural se disparó hasta representar el 48% de la generación eléctrica.
Mientras tanto, el despliegue masivo de renovables en España no ha ido acompañado ni de mejoras suficientes en la red de distribución, ni de avances en almacenamiento, como han advertido tanto Redeia como su expresidente, Jordi Sevilla, exministro socialista.
También lo ha subrayado la ministra portuguesa de Medio Ambiente y Energía, Maria da Graça Carvalho, que apuntó a una falta de resiliencia del sistema, problemas de control de potencia y déficit de almacenamiento. «Puede ser una cuestión de equilibrio entre energías más intermitentes y no intermitentes», añadió, recordando que Portugal recurre en gran medida a la energía hidroeléctrica, una renovable mucho más estable.
Oscilaciones sin explicación
El informe de ENTSO-e también señala que, durante la media hora previa al apagón, se detectaron dos periodos de oscilaciones en Europa continental: entre las 12:03 y 12:07, y las 12:19 y 12:21. Sin embargo, en el momento del colapso, todos los parámetros de frecuencia y tensión estaban dentro del rango de operación normal.
La secretaria de Estado de Transición Ecológica, Sara Aagesen, reconoció este domingo que las causas son «enormemente complejas» y que «todas las hipótesis permanecen abiertas», en una entrevista en eldiario.es.
Este martes está prevista su comparecencia en el Congreso, donde también se celebrarán las primeras votaciones relacionadas con el suceso. Un día antes, acudirá al Parlamento la presidenta de la CNMC, Cani Fernández, para detallar la información que maneja el regulador, a petición de PP y VOX.