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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Seis años del cese de ETA: 'Su disolución está en manos del Gobierno'

El 20 de octubre de 2011 ETA anunció el cese definitivo de su actividad terrorista. Seis años después, las víctimas siguen «esperando que el Estado disuelva a la banda».

Este viernes se cumplen seis años del día en el que ETA anunció el cese definitivo de su actividad terrorista. Lo hizo tras 43 años de masacres y tras haber asesinado a 829 inocentes.
Seis años. 2.190 días. En todo este tiempo, las víctimas han sufrido infinidad de humillaciones y han asistido atónitas a la farsa del “desarme” de la banda terrorista de ultraizquierda -entregó sólo 120 armas-, que fue escenificado el pasado 8 de abril en Bayona (Francia).
Seis años. 2.190 días. ETA no ha dado un paso al frente. No ha colaborado con la Justicia para que se esclarezcan los más de 300 asesinatos sin resolver. No ha pedido perdón a todas las víctimas.
Seis años. 2.190 días. Aún está pendiente su disolución.

‘Deberían escribir su último comunicado desde la cárcel’

“Seguimos esperando que el Estado disuelva a ETA”, afirma el Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite) en declaraciones a La Gaceta. La asociación presidida por Consuelo Ordóñez denuncia que “el Gobierno insiste en pedir a la banda que se disuelva, pero obvia que a los terroristas no hay que pedirles nada, sólo hay que aplicar la ley y el Estado de Derecho”.
“Si ETA está tan debilitada como nos cuentan, no tiene sentido seguir manteniéndola con vida”, aseguran desde Covite, a la vez que lanzan un mensaje claro: “Los etarras deberían escribir su último comunicado desde la cárcel”.
Para las víctimas, este es “un momento clave para asentar las bases de la memoria y el relato que quedará fijado para las nuevas generaciones”. Ese relato, añaden, “pasa necesariamente por la deslegitimación del terrorismo, la exigencia a la izquierda abertzale de que lo condene y la aplicación de políticas de prevención de la radicalización, que hoy no se están aplicando ni en el País Vasco ni en Navarra”.
Cabe recordar que ambas regiones son escenario de multitud de actos públicos de culto al etarra. El Observatorio de Radicalización, puesto en marcha por el colectivo, documenta cada uno de ellos -ha registrado más de 50 en los últimos tres meses con el objetivo de «alertar del peligro que supone para las nuevas generaciones que se eleve a terroristas a la categoría de héroes y denunciar que una sociedad digna no puede construirse sobre semejantes actos de indignidad».

¿Qué echan en falta las víctimas?

Los terroristas infligieron mucho dolor y sufrimiento a la sociedad española. ¿Qué echan en falta las víctimas? “Justicia”, responden desde Covite con contundencia. “Hay más de 300 asesinatos sin resolver y no vemos que el poder judicial tenga interés por lograr que esas más de 300 familias tengan acceso a la justicia”, dice el colectivo, que advierte que “sin justicia no podremos construir una sociedad digna”.
Otra cuestión pendiente para aquellos a los que un día el terror de ETA les truncó la vida es “la implicación de las instituciones para poner freno a los homenajes a terroristas orgullosos de su pasado, que no sólo supone un delito de enaltecimiento del terrorismo, sino también de humillación a las víctimas”.
“¿Qué pasa por la cabeza de un huérfano o una viuda cuando ven al asesino de su familiar vitoreado como a un héroe?”, se preguntan, a la vez que se muestran convencidos de que “cualquier país digno lo impediría”.
Las víctimas no se sienten respaldadas por los dirigentes políticos, porque -aseguran- “no basta que el respaldo institucional se limite a palabras, sino que tiene que traducirse en hechos”.

‘La disolución de ETA está en manos del Gobierno’

Y es que, tal y como relata Covite, “hay alcaldes que están cediendo espacio público en las calles de su localidad para homenajear a terroristas e incluso gobiernos que permiten que actos para pedir la excarcelación de presos se celebren en patios de colegio”. “Hay cargos públicos que -como ha ocurrido recientemente con el homenaje al ertzaina Txema Agirre, que evitó una masacre en el Museo Guggenheim- optan por no acudir al acto mientras hacen oídos sordos a los aquelarres a etarras”, denuncian.

Homenaje a Txema Agirre. | EFE

 
También hay, lamentan, ayuntamientos “como el de Pamplona, que se niega a poner placas con los nombres de las víctimas del terrorismo”. Y, por muy difícil de creer que parezca, “hay personas, como Arnaldo Otegi, que después de haber estado en prisión por secuestrar a un empresario, se atreve a decir que está ofendido porque los empresarios vascos no lo han invitado a un homenaje a los compañeros que fueron víctimas de ETA”.
“En definitiva, queda mucho por hacer. La corrupción moral es una asignatura pendiente”, advierten las víctimas, que recuerdan que “la disolución de ETA está en manos del Gobierno: es el Ejecutivo quien tiene que dar la estocada final”.
 
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