Desde que se formó la plataforma Sumar como una agrupación de partidos de la extrema izquierda, en la víspera del límite legal para la inscripción de partidos, la unidad interna ha estado en entredicho. El experimento político liderado por Yolanda Díaz ha sido criticado por otras formaciones políticas, pero las críticas más duras siempre han llegado de dentro. Estos días, en el fragor del debate de investidura de Alberto Núñez Feijoo, los líderes de Podemos han acrecentado sus discrepancias.
Algunas fuentes de Podemos han señalado estos días que la fractura del grupo parlamentario está al caer. Es Yolanda Díaz quien quita y pone portavoces, y en la formación morada no se sienten adecuadamente representados. Precisamente por esto las mismas fuente ven en el Grupo Mixto del Congreso de los Diputados la «única salida» para su formación. La dirección morada, de hecho, está tensando la cuerda, confiando que rompa por culpa del autoritarismo de Díaz.
Según el reglamento de la Cámara, no resulta sencillo formar grupo parlamentario propio. Pese a contar con 5 diputados, necesitarían la aprobación del Congreso. Por eso el Grupo Mixto se ha convertido en un deseo para los parlamentarios de Podemos, donde podrían actuar con autonomía y negociar directamente con Sánchez en una futura investidura. Pero en Podemos esperan que sea Yolanda Díaz la que rompa con ellos. No es ésta la primera vez que Podemos juega al victimismo.
Las voces críticas con el liderazgo de la vicepresidenta han apuntado también hacia nuevas perspectivas electorales. Ya hay incluso quien apuesta por una alianza con Bildu y ERC en las próximas elecciones europeas. También Juan Carlos Monedero, fundador de Podemos, abrió la puerta a que Unidas Podemos concurriera fuera de la plataforma Sumar en los comicios al Parlamento Europeo.
Lo cierto es que la tensión se respira dentro del grupo parlamentario. Por un lado, el sector más cercano al liderazgo de Díaz —los diputados de Ada Colau, los parlamentarios valencianos de Compromís y los madrileños de Más Madrid— cierra filas con la nueva jerarquía de Sumar, mientras que el sector de Podemos reconoce abiertamente las discrepancias. Precisamente Irene Montero manifestó hace días que lleva «meses» sin hablar con Díaz, creando un ambiente anómalo en el seno de la coalición.