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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Toda la verdad acerca de Wuhan. Entrevista exclusiva a Fang Fang

La escritora Wang Fang

Habla la autora china que se ha convertido en enemiga pública número uno de los comunistas por el simple hecho de haber relatado el estallido de la epidemia y la cuarentena, incluidos los abusos de las autoridades. «Los ataques y las amenazas no han acabado. Pero yo sigo adelante con mi diario»

«Lo que más me ha enfurecido es que el gobierno, en las primeras fases de la epidemia, ocultara a la población lo que de verdad estaba ocurriendo. Y por este motivo han muerto tantas personas». Fang Fang, pseudónimo con el que la escritora china de éxito Wang Fang firma sus novelas, no es una activista. Y, a pesar de ello, ha acabado en el ojo del huracán, como si fuera la contrarrevolucionaria más peligrosa. Nacida en 1955 en Nankín, vive desde que tenía dos años en Wuhan, donde, junto a otros nueve millones de chinos, ha pasado los 76 días de cuarentena en la ciudad epicentro de la epidemia, que se ha visto sometida a un rígido confinamiento por parte de Pekín.

Fang Fang no es en absoluto una disidente: en 2010 recibió el premio literario más importante de China, el Lu Xun, y ha sido presidenta de la Asociación de los escritores de Hubei. Si hoy recibe decenas de amenazas de muerte e insultos, si es acusada de trabajar como espía del enemigo estadounidense (aunque no hable inglés) y si es señalada como «traidora a la patria» y los académicos que la apoyan son suspendidos, todo ello es debido a su decisión de «testimoniar» lo que la población de Wuhan ha sufrido durante la cuarentena. Lo ha hecho escribiendo en Weibo -la plataforma de microblogging más famosa de China-, un diario sobre la cuarentena. Sesenta entradas en las que ha relatado desde dentro, día a día y con un tono moderado, las angustias y las esperanzas de sus conciudadanos, la rabia y las pequeñas alegrías, los errores y los méritos del gobierno. El diario se ha convertido rápidamente en un punto de referencia para decenas de millones de chinos, dentro y fuera del país. Aunque la intención de la autora no era denunciar los errores del gobierno o despotricar contra las autoridades, el diario ha sido a menudo censurado porque, en un país en el que todos deben recitar el guión único escrito por el Partido, todo aquel que se atreva a redactar una historia distinta, por muy moderada que sea, se convierte en un subversivo.

En su relato, famoso ya en todo el mundo, Fang Fang llora la muerte del «rayo de luz en la noche» Li Wenliang, el médico al que el Partido Comunista chino acalló y que fue castigado por intentar avisar a sus colegas de «una extraña neumonía similar al SARS»; elogia a los dependientes de los supermercados y a los hombres que desinfectan las calles porque, a pesar del virus, siguen trabajando sin miedo; recuerda, a los que la leen, la belleza de la luz que se refleja en el agua del Río Azul, que atraviesa la ciudad. Al mismo tiempo, no esconde los errores de los funcionarios del Partido; se enfrenta a los violentísimos ataques que sufre online, comparándolos con el «clima de la Revolución cultural»; y, sobre todo, se enfurece, citando a Karl Marx, cuando los periódicos locales piden a la población de Wuhan que «muestre gratitud al Partido Comunista».

Los ataques contra ella, que no se detienen y que también están siendo canalizados por órganos semigubernamentales como el Global Times, han aumentado desmesuradamente cuando saltó la noticia de que su Diario de Wuhan se publicará en el extranjero; de hecho, su salida a la venta está prevista en junio en Estados Unidos (editorial HarperCollins). Como comentario a su último artículo en Weibo, fechado 25 de marzo, escribió citando a san Pablo: «He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe». Pero, como cuenta en esta entrevista a Tempi, la batalla no ha terminado: «Los ataques han vuelto y son violentos. Es la razón por la que seguiré escribiendo en Weibo».

Fang Fang, ¿cuándo se dio cuenta de que la situación en Wuhan era realmente grave?

El 31 de diciembre de 2019, la mayor parte de los habitantes de Wuhan ya era consciente de que circulaba una enfermedad contagiosa parecida al SARS. Pero como todos los medios de comunicación gubernamentales repetían continuamente que «el virus no se transmite de persona a persona, se puede prevenir y controlar», todo pensaron, erróneamente, que no había motivos para preocuparse. La situación continuó así hasta el 20 de enero, cuando el experto Zhong Nanshan (epidemiólogo muy famoso en China por haber jugado un papel clave durante la epidemia de SARS de 2003, ndr) comunicó a todos que la enfermedad podía «transmitirse de persona a persona». Sólo en ese momento los habitantes de Wuhan comprendieron que se encontraban en el centro neurálgico de una epidemia contagiosa.

¿También a usted la «engañaron»?

Como todos, yo también me había dado cuenta de que había una enfermedad contagiosa y que todos estábamos alerta al haber pasado la experiencia del SARS en 2003. Después nos dijeron que no se transmitía de persona a persona, que no había ningún problema en Wuhan y, así, yo también bajé la guardia. Sin embargo, el 18 de enero empecé a llevar mascarilla porque se estaba difundiendo entre la gente la conciencia de que, en realidad, la epidemia era grave. Pero hasta el 21 de enero se siguieron organizando, oficialmente, eventos a gran escala.

¿Qué pensó cuando supo que toda la ciudad de Wuhan quedaría cerrada por cuarentena?

Creo que fui una de las primeras en saber del confinamiento. Tengo la costumbre de acostarme muy tarde, por lo que el 22 de enero, hacia las 2 de la madrugada, leí la noticia. Conozco muy bien la historia de Wuhan y algo así no había sucedido nunca antes. Sabía que la situación ya era grave y el 20 de enero empecé a pensar en qué lugares había estado y si habría podido contraer el virus. Repasé mentalmente todo lo que había hecho cada día, pero la epidemia había estallado en Hankou, en la orilla norte del Río Azul, y yo vivo en Wuchang, en la orilla sur, en una zona bastante alejada y relativamente segura. Cuando llegó el primer día del año lunar, el 25 de enero, calculé que era casi imposible que hubiera contraído el virus.

¿Cómo ha cambiado su vida la cuarentena?

Nuestra cotidianidad ha cambiado mucho durante el confinamiento. Al suceder precisamente durante el periodo del Año Nuevo lunar, todas las visitas tradicionales a familiares y amigos se cancelaron; desapareció la atmósfera de fiesta que se suele vivir con la familia. Celebré sola el Año Nuevo. Mi hija se quedó aislada en su casa. Normalmente, durante la vigilia se preparan muchos manjares para celebrarlo, pero a causa del confinamiento sólo pudimos preparar platos muy sencillos, como los del resto del año.

¿Qué es lo que más la ha enfurecido durante la epidemia?

Lo que más me ha enfurecido es que el gobierno, en las primeras fases de la epidemia, ocultara a la población lo que de verdad estaba ocurriendo. En los niveles más altos de la jerarquía se sabía desde principios de enero que este virus era contagioso, pero no dijeron nada a la gente común, por lo que no se tomaron las precauciones necesarias para prevenir la difusión de la epidemia. Y es precisamente por esto por lo que la gente entró en pánico y el sistema sanitario se colapsó, causando la muerte de tantísimas personas.

¿Por qué empezó a escribir el diario?

Empecé a tomar notas el mismo día de Año Nuevo. En China tenemos una revista muy famosa, su nombre es Recolección, que se puso en contacto conmigo con la esperanza de que pudiera escribir un «relato de la ciudad en confinamiento». Empecé a publicar entradas en Weibo. En ese momento lo hacía sólo para recoger material en vista del artículo para la revista, no era mi intención escribir cada día. Pero como publicaba una entrada al día, algunas personas empezaron a llamarlo «diario» y no me opuse.

¿Cómo ha reaccionado la gente a sus relatos?

Dado que me encontraba en el epicentro de la epidemia, y puesto que, como he dicho, la revista me había invitado a escribir, empecé a redactar una «crónica del confinamiento». Nunca me imaginé que seguiría escribiendo y que muchas personas leerían esas notas como si fuera una serie de televisión. Esto me lo han dicho después algunos amigos, lo que me causó una verdadera sorpresa.

¿Qué es lo que ha despertado el interés de la gente?

Al principio me pareció algo extraño y anormal. Después reflexione y pensé que las personas que estaban fuera del área afectada por la epidemia querían comprender la situación; y que los que estaban en el centro de la misma querían ser tranquilizados.

¿Cuántos lectores ha tenido su diario?

Decenas de millones. Las personas se quedaban despiertas por la noche esperando la publicación de la última entrada de mi diario para leerla enseguida.

«Bien Fang Fang, le has dado a Occidente las armas para atacar a China». Este es sólo uno de los muchísimos ataques que ha recibido en estos meses. ¿Por qué?

Nunca me hubiera imaginado ser atacada de manera tan violenta. Para definir a este grupo de personas, en China utilizamos la expresión «extrema izquierda». En el pasado algunas de ellas ya habían criticado mis novelas. Me han atacado porque pensaban que criticaba al gobierno, que estaba escribiendo informaciones negativas durante la epidemia y que no estaba satisfecha con mi país. Por eso han utilizado todo tipo de habladurías para calumniarme. Y yo no podía hacer otra cosa más que responder en el mismo tono. Por desgracia, los ataques continúan, porque mi diario va a ser publicado en el extranjero. Por este motivo ahora me llaman «traidora a mi  país».

Pero usted sí que ha criticado al gobierno chino.

La gestión de la epidemia ha sido problemática desde el comienzo, porque los funcionarios no han prestado atención a las advertencias de los médicos. Además, los chinos quería celebrar el Año Nuevo lunar y el gobierno tenía que realizar las sesiones del Parlamento y de la Conferencia consultiva del pueblo (de Hubei, ndr). Supongo que los funcionarios pensaban esperar a que finalizaran las sesiones para afrontar el problema, y no pensaban que la enfermedad tuviera una carga contagiosa tan virulenta. Cuando empezaron a surgir los problemas, la falta de conocimiento de la enfermedad y la inactividad de los funcionarios fueron la causa de la difusión del contagio. Se había perdido el momento oportuno para detenerlo. Seguidamente, después de que los líderes de Hubei y de Wuhan cambiaran de actitud, los especialistas presentaron un plan concreto, se construyeron hospitales de campaña y se separaron a los enfermos con coronavirus de los demás enfermos, controlando rápidamente la difusión del contagio.

Cito de su diario, del 7 marzo: «Querido gobierno, deja de lado tu arrogancia y da las gracias a tu señor, es decir, a los millones de habitantes de Wuhan». ¿Qué había sucedido?

Ese día todos los medios de comunicación de Wuhan escribieron un artículo pidiendo a la población que diera las gracias al gobierno. Esto enfureció a muchísimas personas, y yo era una de ellas. Según un eslogan del Partido Comunista, ¡es el gobierno el que debe servir al pueblo! Durante la epidemia el pueblo había sufrido heridas muy graves… ¿y el gobierno quería que el pueblo le diera las gracias? Era algo totalmente impensable. Por eso, enfurecida, escribí estas palabras. Quería hacer comprender a los funcionarios que eran ellos los que debían darle las gracias a la población, y que también deberían pedir perdón por los errores cometidos en la primera fase de la epidemia.

¿Qué debería hacer el gobierno?

Es absolutamente necesario que se lleve a cabo una investigación para comprender quién es el responsable de lo ocurrido, a fin de que no se repita un desastre como este. El gobierno debe asumir su responsabilidad ante el pueblo.

¿Cómo se siente ahora que la cuarentena ha acabado?

El día antes de que acabara el confinamiento volví al distrito donde resido, dispuesta a acabar una novela. Pero la extrema izquierda retomó sus ataques con violencia inusitada y empezaron difundir voces y todo tipo de falsedades sobre mí. Llegaron incluso a atacar a los profesores y académicos que me defendieron. El resultado es que no he podido recuperar mi vida normal de escritora y, por esto, sigo escribiendo en Weibo. Ahora estoy publicando un nuevo artículo: «Al respecto».

Ha concluido su diario citando un famoso versículo de san Pablo. ¿Por qué?

No soy cristiana, pero amo la cultura cristiana y estoy influenciada por ella. Mientras escribía mis entradas, no pude evitar seguir combatiendo y rebatiendo las acusaciones de la extrema izquierda. Y cuando llegué al final del diario, enseguida pensé en ese pasaje y consideré que era perfecto para concluir mi relato.

 

Publicado por Leone Grotti en Tempi.

Traducido por Verbum Caro para La Gaceta.

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