«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Pasó de amenazarle con pagar la mitad a bloquearle de todas las redes sociales

Un padre viudo se ve obligado a mantener a una inquiokupa que se lucra realquilando habitaciones: «Estoy atrapado en una pesadilla»

Adrián, víctima de okupación, junto a su hija. LD

Un argentino que lleva años viviendo en España, Adrián, se enfrenta a una situación insostenible: su única propiedad, un piso hipotecado, está en manos de una inquiokupa que no sólo se niega a pagar el alquiler, sino que también se lucra subarrendando habitaciones. «Soy viudo, tengo una hija a la que sacar adelante y estoy atrapado en esta pesadilla. Cada día que pasa, mi situación económica y emocional empeora», lamenta en una entrevista con Libremercado.

En 2013, tras la pérdida de su esposa por un cáncer diagnosticado tarde, Adrián tomó la difícil decisión de mudarse fuera de Cataluña para conseguir un empleo que le permitiera mantener a su hija y pagar la hipoteca del piso familiar. Para ello, alquiló la vivienda a alguien conocido, pensando que sería una opción segura. «Le alquilé el piso a la exmujer de un compañero de trabajo en quien confiaba mucho. Al principio no hubo problemas, pero todo cambió justo antes de la pandemia», recuerda con amargura.

El conflicto comenzó cuando su inquilina pidió una reducción del alquiler. Aunque Adrián ya cobraba menos de lo que pagaba de hipoteca, trató de buscar una solución. «Le sugerí que buscara un lugar más pequeño, y me dijo que lo haría», explica. Sin embargo, tras el inicio de la pandemia, la inquilina se aprovechó del decreto antidesahucios y comenzó a chantajearlo: «O aceptaba que me pagara la mitad o no me pagaba nada». Adrián, atrapado entre la normativa y la crisis sanitaria, no tuvo otra opción que aceptar.

La situación empeoró con el tiempo. En febrero de 2023, la inquilina dejó de pagar completamente y bloqueó cualquier comunicación con él. «Me eliminó de las redes sociales, me bloqueó el teléfono y no he podido contactar con ella desde entonces. He ido varias veces al piso, pero nunca me abre la puerta», relata desde Alicante, donde reside actualmente.

Adrián describe estos años como un descenso a los infiernos. La falta de ingresos lo ha llevado a endeudarse para cubrir la hipoteca, su alquiler actual y los gastos de su hija. «No puedo dormir, vivo con ansiedad y siento que no tengo salida», confiesa con la voz quebrada. Además, denuncia que la inquiokupa estaría realquilando habitaciones en su piso, lo que agrava aún más la injusticia que siente.

«Yo vine a Europa buscando estabilidad y seguridad, pero me encuentro viviendo lo que ya vi en mi país: una falta de respeto a las leyes que sólo beneficia a quienes buscan aprovecharse de los demás. Nunca pensé que algo así fuera posible aquí», lamenta Adrián.

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