El hecho de que el partido español VOX haya presentado a la reconocida escritora cubana Zoé Valdés como candidata al Senado por Madrid en las elecciones del próximo 23 de julio es una buena noticia no sólo para el exilio isleño, como debe esperarse, sino para todos aquellos que ven con preocupación la deriva de la política internacional en un momento extremadamente crítico en la historia del mundo occidental.
Bien por VOX, creo que ha llegado el momento de que eso que llaman derecha, y que yo prefiero llamar sentido común, tenga en cuenta y apueste por atraer a sus filas a escritores, pensadores y a especímenes de la cultura en general porque, ¡va de suyo!, el uso por parte de la izquierda de los creadores, algunos sólo de nombre, ha sido, por lo menos desde el caso Dreyfus para acá, patente y patético. Llegan al extremo de considerar, ¡con esa arrogancia propia de los zurdos!, que un escritor es de izquierdas o no es.
El ibérico VOX, el partido republicano estadounidense, o cualquier formación política de derechas o sentido común no tiene otra opción que apostar por la cultura, pues toda victoria política contra el comunismo y las fuerzas disgregadoras de lo occidental que no tenga en cuenta la esfera cultural está condenada a ser una victoria efímera. Digamos que ello acontece así porque las formaciones religiosas, científicas, políticas, económicas, artísticas y literarias son al final la expresión de una cultura dada, pero debemos ir a la esencia y ver que esa cultura a su vez es la expresión de un espíritu manifestado en un espacio determinado. Luego si el espíritu determina, ¡pare en este plano!, y lo más cerca al espíritu que tenemos es la cultura, entonces dentro de esas formaciones prevalecerán en definitiva las más cercanas a la cultura y, por ende, al espíritu.
Aclaremos acá que el espíritu no es ni bueno ni malo, el espíritu es, y trabaja para el que se le congracia, ¡está en gracia!, como mismo la corriente eléctrica alumbrará a quien sepa acogerla en un bombillo o electrocutará a quien insensato no sepa manipularle. Por tanto, pegarse a la cultura como el más plausible puente al espíritu sería la única manera de prevaler en política que, junto a la ideología, es dentro de las formaciones arriba señaladas lo más material dentro de lo que aún es en cierta manera espiritual.
Así, las dos más contundentes victorias militares contra el comunismo que en el mundo han sido: la de Francisco Franco en España y Augusto Pinochet en Chile fueron efímeras porque ganaron la guerra de las armas, pero perdieron la guerra de la cultura. Dicen que la historia es contada por los vencedores… y ciertamente así ha sido hasta la aparición del marxismo puro y duro, primero, y el marxismo cultural suave y seductor, después, en que, gracias al control sobre los medios de prensa, la academia, las editoriales y los circuitos del arte la vienen a contar sobre todo quienes sumisos se apegan a las directrices políticamente correctas del establecimiento progre en el poder.
Al punto que al presente es más importante la narrativa de los hechos que los hechos mismos. La oposición cubana, por ejemplo, al menos desde finales de los sesenta devino sólo narrativa, pero lo malo es que esa narrativa ha estado en manos de los peores narradores por lo que, ¡ergo!, sería la hora de que los mejores narradores —y Zoé sin dudas esta entre ellos— empiecen pues a tomar la preeminencia que les ha sido usurpada.
La autora de La nada cotidiana, 1996, y Querido primer novio, 1999, entre muchas otras impactantes novelas, ha sido una voz fundamental en Europa en la denuncia de la dictadura comunista y sus crímenes en la isla, y tiene una clara visión del entramado político internacional y de la pérdida de las libertades en Occidente no ya bajo los gobiernos tiránicos sino bajo los gobiernos democráticos que determinados por el dogma, declarado o no, de no tendrás nada pero serás feliz, parecen empeñados en dotarnos de un mundo dominado por la distopía de Aldous Huxley.
La participación de intelectuales criollos en la política hispánica no es nueva. Así, por poner el ejemplo más notable, en 1822 el pensador y presbítero Félix Varela fue electo como delegado a las Cortés Españolas por la provincia de Cuba. Por cierto, dado que la isla ha devenido en un Estado fallido —¡dejado de la mano del demonio por EEUU!—, dado los cambios epocales y geoestratégicos a los que estamos abocados en Occidente y dado que unos cinco millones de cubanos podrían obtener la nacionalidad española a través de la Ley de Memoria Democrática, según estimaciones de Ferrán Núñez, fundador de la Asociación Autonomía Concertada para Cuba, que reivindica la reunificación de la isla con España, no sería descabellado discernir que en el futuro Zoé sea no ya senadora por Madrid sino por La Habana.
Por lo pronto el futuro es incierto, pero el cierto presente me convoca a pedir a todo cubano que tenga derecho a participar en las próximas elecciones generales españolas en Madrid que de su voto a Zoé de Cuba y España.