La ideología de la «diversidad» se está traduciendo en una discriminación deliberada contra los hombres blancos en el ámbito laboral. Así lo confirma un estudio realizado por el portal Resume Builder que revela que cientos de empresas estadounidenses están dejando de contratar a hombres blancos para cumplir con las exigencias impuestas por las políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI, por sus siglas en inglés).
Según los datos recogidos, uno de cada diez responsables de recursos humanos reconoce evitar por completo la contratación de hombres blancos. Además, seis de cada diez priorizan la «diversidad» sobre las cualificaciones a la hora de seleccionar a los candidatos. Una de cada tres empresas admite que las políticas DEI están provocando casos de «discriminación inversa«, y tres cuartas partes reconocen que dichas políticas se han introducido, al menos en parte, por cuestiones de imagen.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está actuando frente a esta deriva ideológica firmando una serie de órdenes ejecutivas que prohíben la implementación de políticas DEI en agencias federales y empresas contratistas del Gobierno. Además, su Administración ha enviado cartas a países europeos, incluido Francia, advirtiendo de que esta prohibición también afecta a compañías extranjeras que mantienen contratos con el Gobierno estadounidense.
Esta situación no se limita a Estados Unidos. En el Reino Unido, grandes empresas como McDonald’s o Deloitte han mantenido sus programas de diversidad, a pesar de que sus filiales estadounidenses los han abandonado. No obstante, el descontento va en aumento. En las últimas semanas, han surgido reacciones públicas contra iniciativas que, de facto, excluyen a trabajadores blancos de ciertos empleos.
El caso de la Policía de West Yorkshire, que bloqueó temporalmente las solicitudes de ingreso de ciudadanos británicos blancos, ha encendido las alarmas. Los tories han reaccionado presentando propuestas para obligar a los empleadores a justificar prácticas de contratación racistas contra los blancos. Incluso el sistema de salud pública, el NHS, está en el punto de mira tras conocerse que algunos gerentes deben justificar por escrito la contratación de británicos blancos.
La situación ha llegado hasta los altos despachos. La directora ejecutiva de Aviva, Amanda Blanc, reconoció ante una comisión parlamentaria que ningún alto cargo blanco es contratado sin su aprobación directa. Sus declaraciones, que causaron revuelo en 2023, se referían supuestamente sólo a contrataciones senior, pero ilustran el nivel de control ideológico que se ha instalado en muchas grandes empresas.
A pesar de ello, un tribunal británico sentenció en 2023 que querer contratar «a menos hombres blancos» no constituye discriminación. Una sentencia que avala, de facto, una práctica que vulnera los principios básicos de igualdad y mérito. La ley británica permite la llamada «acción positiva», pero prohíbe expresamente la discriminación positiva, es decir, favorecer explícitamente a una persona por su raza, sexo u orientación cuando hay otra más cualificada.