El aborto, un tema relegado a un segundo plano y casi totalmente desterrado de la agenda política en Europa, se encuentra en el epicentro del debate político en Estados Unidos y su consolidación fue una de las prioridades de los demócratas en la campaña de las midterms.
La anulación de la sentencia Roe v. Wade ha supuesto un punto de inflexión en esta cuestión. Desde la suspensión de su amparo constitucional el pasado mes de junio, más de una decena de estados han promulgado leyes que lo prohíben o restringen, permitiendo sólo casos excepcionales. Se espera que en 2023 nuevos estados –al menos 24 estados republicanos– se sumen a las restricciones. Las nuevas restricciones han logrado una reducción casi por completo de los casos en algunos estados como Texas o Kentucky.
El efecto rebote en los estados demócratas
La sentencia ha suscitado también leyes que promueven el aborto. Los estados gobernados por los demócratas han contratacado con la introducción de leyes que lo protegen. Muchos de ellos se han convertido en lo que se conoce como «santuarios del aborto», haciéndose cargo de casos procedentes de lugares en los que la práctica del aborto es ilegal. Un buen ejemplo es Carolina del Norte, donde los casos provenientes de fuera del estado superan ya el 50% de los abortos efectuados. De hecho, el aumento del número de abortos se ha convertido en un negocio para las clínicas de estados como California.
Las últimas leyes promulgadas han suscitado cuestiones legales sobre los límites de la competencia estatal. Estados como Texas han tratado de impedir esta tendencia, provocando la apertura de todo un debate sobre el alcance real de las prohibiciones y la potestad de un estado para penalizar a médicos de fuera de su estado. La cuestión de las mujeres que abortan de forma ilegal –a la que aspira una ley en Alabama– ha sido otro de los temas más destacados. Algunas asociaciones provida se han declarado en contra, considerando a la madre como una víctima más del sistema del aborto.
Los resultados electorales de las midterms, concretamente las consultas sobre el aborto que se realizaron en algunos estados –en estados de mayoría republicana como Kansas los votantes se posicionaron a favor–, han puesto de manifiesto su complejidad, demostrando que no es una cuestión binaria, sino que admite infinidad de matices, así como opiniones muy heterogéneas. Así lo refleja uno de los estudios más recientes del Pew Center, que arroja datos contrapuestos. Se calcula que la mitad de la ciudadanía estadounidense considera el aborto inmoral, aunque cerca de un 62% está a favor de su legalización.
La estrategia del Partido Republicano
La gran incógnita se halla en qué estrategia tomará el Partido Republicano. Desde la renovación de la Cámara de Representantes, la bancada republicana ha aprovechado su mayoría para proponer interesantes medidas en contra del aborto. Entre las más destacables se encuentra la obligación de salvar la vida de los nacidos o la propuesta de Lindsey Grahams sobre la limitación del periodo gestacional legal. No obstante, algunas de las propuestas de ley han provocado opiniones discordantes en el seno del partido. Los senadores Mike Rounds y Nancy Mace se encuentran entre los republicanos que prefieren no abrir el debate en el Congreso y proponen delegar la cuestión a los estados.
A pesar de la incompatibilidad con la Doctrina Social de la Iglesia, existe también cierta división entre católicos estadounidenses, con el presidente, Joe Biden, la expresidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y grupos como «Catholics for choice» a favor. A pesar de ello, la Iglesia estadounidense ha señalado la incoherencia entre los principios cristianos y el aborto. Así lo recordó recientemente la diócesis de Colorado en una carta dirigida a los políticos católicos el pasado mes de junio.
Si algo ha quedado claro es que la lucha contra el aborto en Estados Unidos se trata de una batalla a tres niveles: político, sociocultural y moral. Al eliminar el amparo constitucional Roe v. Wade, se ha reabierto el debate en la sociedad y la política. Marjorie Dannenfelser, presidenta de SBA Prolife America, asegura ante la decisiva opinión del Supremo que sirve para «tener voz en el debate». Los defensores del aborto libre luchan la batalla utilizando los medios de comunicación como instrumento político. Durante la campaña de las midterms, los anuncios electorales de los demócratas se enfocaron en los «derechos reproductivos de la mujer».
La evolución en 2023
Dos motivos antagónicos han debilitado en los últimos tiempos a los republicanos en la defensa de la vida, a pesar de la implicación activa del expresidente Donald Trump: rehuir el debate y un tono brusco a la hora de transmitir su mensaje. Qué ocurrirá en 2023 no solo depende de la opinión pública –en la que los provida se encuentran más debilitados–, sino también de otros factores. La astucia de los legisladores republicanos para evitar que los estados demócratas se conviertan en «santuarios del aborto» será clave, y también la aplicación de la Comstock Act; una ley de 1873 que prohíbe el envío de «material obsceno», algo que podría poner fin al envío de píldoras abortivas –cerca del 50% de los abortos se realizan a través de medicamentos–.
La expansión de los sistemas de salud católicos será también clave. Una de las preocupaciones de los demócratas, que ya ha conducido a la promulgación de una ley para impedirlo en California, es la creciente adquisición de hospitales por grupos de salud de ideario católico, quienes no permiten prácticas contrarias al código moral cristiano como el aborto.