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Los líderes del Congreso fueron informados días antes

El servicio de inteligencia de EEUU sabía desde hace tiempo que Prigozhin planeaba rebelarse

Cámara Representantes. Europa Press

Ahora resulta que la inteligencia de Estados Unidos sabía desde hace tiempo que que el jefe del grupo militar privado Wagner, Yevgeny Prigozhin, planeaba una rebelión armada contra los principales comandantes del ejército ruso. Como broche de un fin de semana enloquecido en Rusia, no está mal.

Tras 24 horas frenéticas en las que los expertos occidentales y los medios en general hicieron el más espantoso de los ridículos, nos enteramos de que los líderes del Congreso fueron incluso informados días antes de los eventos del sábado, luego de que la inteligencia de EEUU supuestamente observara a la firma mercenaria reuniendo fuerzas y acumulando armas en preparación para un posible movimiento contra el Ministerio de Defensa. Aunque nos preguntamos si también les contaron cómo habría de acabar la cosa.

El sábado por la noche, el New York Times —«biblia» diaria de la prensa bienpensante internacional— informó que «las agencias de espionaje de Estados Unidos tenían indicios días antes de que Prigozhin tramaba algo y trabajaron para refinar ese material en una evaluación final, dijeron los funcionarios». «La información muestra que Estados Unidos estaba al tanto de los acontecimientos inminentes en Rusia, de manera similar a como las agencias de inteligencia habían advertido a fines de 2021 que Vladimir Putin planeaba invadir Ucrania».

La diferencia entre ambos casos es que que este la Administración Biden guardó un clamoroso silencio ante los acontecimientos que tenían al mundo en vilo. Lo más probable es que la autoridades norteamericanas esperaran que todo esto llevaría a desestabilizar el frente interno ruso, debilitando decisivamente las operaciones militares en Ucrania aunque, que sepamos, nada sugiere que el motín relámpago de Prigozhin haya proporcionado ventajas relevantes a Ucrania en el escenario bélico.

Para el NYT, la explicación de este silencio es que no querían que Putin les acusara de montarle una «revolución de colores», un maidán moscovita. Cuenta el Times: «Aunque no está claro exactamente cuándo se enteró Estados Unidos por primera vez del complot, los funcionarios de inteligencia realizaron sesiones informativas el miércoles con funcionarios de la administración y de defensa. El jueves, cuando llegó una confirmación adicional del complot, los funcionarios de inteligencia informaron a un grupo reducido de líderes del Congreso, según funcionarios familiarizados con las sesiones informativas que hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a hablar en público».

Y, en efecto, Putin no ha recurrido a lo que todo el mundo esperaba, a saber, a culpar a «potencias extranjeras» de haber orquestado el golpe, aunque es cierto que sí advirtió que, a toro pasado, Estados Unidos y los países de la OTAN podrían explotar el caos para perjudicar a Rusia.

Todo son, hasta ahora, incógnitas en torno al golpe-Bitzkrieg de Prigozhin. No se sabe cómo un tipo que se levanta contra el Estado ruso en plena guerra, plenamente consciente de que si pierde es hombre muerto, decide retirarse a unos cientos de kilómetros de la capital, sin encontrar en toda la marcha desde Rostov resistencia alguna por parte del Ejército ruso.

Tampoco se sabe por qué se le ha perdonado, lo que en principio daría una fatal impresión de debilidad en el Kremlin. Ni siquiera se sabe por qué Serguéi Shoigú, el ministro de Defensa y presuntamente «bestia negra» de Prigozhin todavía está en su cargo, cuando se suponía que esa era uno de los principales objetivos de la Marcha de la Justicia.

Lo que sí se sabe es que en este momento Prigozhin y sus hombres están ahora en una Bielorrusia dotada de armamento nuclear, a un tiro de piedra de Kiev, como quien dice.

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