La situación empieza a darse la vuelta. Si en España el Tribunal Supremo declaró inconstitucionales los dos estados de alarma decretados por el Gobierno, en Estados Unidos, concretamente en el estado de Nueva York, su tribunal supremo ha ordenado que se readmita en sus puestos a todos los empleados despedidos por negarse a la inoculación contra el Covid.
A un tiro de piedra de las cruciales elecciones de medio mandato, la decisión supone un formidable revĆ©s para la gobernadora demócrata āno electaā, Kathy Hochul que, sin embargo, como si se apellidase SĆ”nchez, ha respondido que Ā«lo volverĆa a hacerĀ».
Ha sido un gran momento para quienes perdieron su medio de vida en un momento especialmente difĆcil por negarse a inocularse el tratamiento experimental pese a los mandatos que ahora el juez califica de Ā«arbitrarios y caprichososĀ».
El juez dictaminó el lunes que el Departamento de Saneamiento de la ciudad de Nueva York tenĆa que dejar de exigir la prueba de vacunación y, ademĆ”s, que los trabajadores tenĆan que ser reincorporados a sus puestos de forma inmediata. Un portavoz del Departamento JurĆdico de la Ciudad de Nueva York dijo en un comunicado que la ciudad Ā«estĆ” totalmente en desacuerdo con este fallo, ya que el mandato se basa en la ley y es fundamental para la salud pĆŗblica de los neoyorquinosĀ».
El alcalde Eric Adams anunció en septiembre que la ciudad eliminarĆa el mandato para los empleados privados a partir del 1 de noviembre.
El Estado de Nueva York y la Ciudad de Nueva York fueron, a lo largo de toda la pandemia, especialmente activos en forzar su autoridad legal para imponer estrictas restricciones a los ciudadanos. El gobernador Andrew Cuomo, su sucesora Kathy Hochul y el alcalde de la ciudad de Nueva York, Eric Adams, pusieron a prueba constantemente la capacidad de los tribunales para emitir rÔpidamente suspensiones y fallos para derogar las órdenes.
En el debate electoral de los candidatos a gobernador de Nueva York, la actual gobernadora no electa Kathy Hochul insistió en que no habrĆa hecho nada diferente, independientemente de que los tribunales reprocharan constantemente las órdenes ilegales del estado. Ā«Lo volverĆa a hacerĀ», dijo Hochul.