Entre los estados disputados en estas elecciones, uno de los más peleados es Georgia. Desde que Ronald Reagan convirtió el Sur en republicano en los años 80, Georgia ha optado siempre por candidatos republicanos salvo dos veces.
En 2016, Trump derrotó a Hillary Clinton por más de 200.000 votos y cinco puntos de diferencia. Pero en 2020, con seis puntos más de participación y un recuento tan disputado como polémico, sobre todo en la capital, Biden venció por sólo 12.000 sufragios. Fue el primer candidato demócrata que ganó desde Bill Clinton en 1992.
La población de Georgia no ha parado de crecer en las últimas décadas y en consecuencia su peso en el colegio electoral. En 1992 tenía trece delegados en el colegio electoral y hoy tiene dieciséis. Uno de los motivos de ese aumento es la captación de empresas y empleados de la industria del entretenimiento mediante fuertes incentivos fiscales. Por ello, a Georgia se la conoce como el «Hollywood del Sur». Las personas que trabajan en este sector se han establecido en el condado de Fulton, donde se encuentra Atlanta, y votan demócrata.
Desde 2021, la Administración del estado, en poder de los republicanos, ha aprobado varias normas para asegurar la fiabilidad del voto, como el requisito de una mostrar un documento de identidad con foto para solicitar el voto por correo, que, como otras similares introducidas en otros estados, han causado las protestas de los demócratas y las asociaciones y la prensa progres, ya que consideran que supone una discriminación para los negros, los hispanos y los pobres.
A pesar de lo que han dicho los demócratas sobre las leyes republicanas para desanimar al voto por correo, éste está creciendo en Georgia y en los otros estados vacilantes. Y es que por primera vez los republicanos, con Donald Trump a la cabeza, están animando a sus partidarios a recurrir a este tipo de votación para que ningún sufragio se pierda.
En Carolina del Norte y Georgia, el voto por correo está superando las marcas de elecciones anteriores. Y en Pensilvania, el estado en juego más grande, con sus diecinueve delegados, un grupo de republicanos llamado Pennsylvania Chase está impulsando el voto por correo con tanta fuerza que está consiguiendo que el de este partido aumente más de un 10% respecto a 2020.
Pero la campaña no se libra sólo en las visitas a los ciudadanos en sus casas y en los anuncios de televisión (en los que los demócratas gastan mucho más dinero porque tienen el apoyo de las oligarquías de Hollywood y Wall Street), sino también en los tribunales.
En Georgia, los abogados a sueldo del Partido Demócrata han conseguido que el Tribunal Supremo estatal prohíba la aplicación de diversas medidas aprobadas en las últimas semanas por los republicanos sobre la seguridad del voto, como ordenar el recuento manual de las papeletas, dar la facultad a los funcionarios electorales de los condados de investigar los resultados antes de certificarlos y vigilar con vídeo los buzones de los centros de votación anticipada después del horario de apertura.
Además, en Georgia (gobernado por republicanos) se siguen usando las máquinas de voto electrónico Dominion, sobre cuya seguridad tanto se ha discutido desde 2020. Y de los siete estados decisivos de este año es en el que más inmigrantes ilegales se han establecido durante el Gobierno de Biden y Harris: por encima de los 45.000.
Al norte del país, la secretaria de estado del gobierno de Michigan, que tiene quince delegados en el colegio electoral, la demócrata Jocelyn Benson, reconoció que hay más votantes registrados que ciudadanos en edad de votar, pero que los han identificado y los suprimirán de aquí a 2027. La diferencia es de 606.000 votantes ilegales a los que les pueden llegar los sobres de votación.
En cambio, en Oklahoma, más pequeño y pobre, la Administración republicana fue capaz de identificar y borrar del censo a 453.000 votantes fraudulentos. ¿Por qué tardan tanto los demócratas en limpiar los censos de sus estados?