El espectacular Ć©xito del sistema polĆtico de Estados Unidos y su extraordinaria longevidad se asientan sobre dos pilares: una Constitución bien diseƱada y absolutamente venerada y una estricta separación de poderes. De ahĆ que cuando, a principios de los setenta del siglo pasado, el órgano que interpreta la Constitución, la Corte Suprema, decidió que la Carta Magna reconocĆa un derecho a abortar, el Gobierno federal y los estados tuvieron que decir āamĆ©nā y renunciar a cualquier limitación de este āderechoā.
Y si el Tribunal podĆa decidir eso hace medio siglo, estĆ” igualmente facultado para hacer ahora lo contrario y afirmar que no, que la Constitución no dice nada al respecto del aborto, que es un asunto que deberĆ”n legislar los estados a su leal saber y entender. Pero Estados Unidos parece vivir un fervor prerrevolucionario que estĆ” afectando a las instituciones mĆ”s sagradas, y ahora le pretende enmendar la plana al alto tribunal cualquier mindundi, hasta la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, cuyo mĆ©rito principal para llegar al cargo es desplegar la trifecta interseccional: ser mujer, negra y LGTBI, como se encargó ella misma de anunciar en su presentación.
Durante una rueda de prensa en la Casa Blanca el pasado miércoles, Jean-Pierre acusó a la Corte Suprema de Estados Unidos de violar la Constitución al dictaminar que Roe vs. Wade era inconstitucional. Lo hizo después de que el Departamento de Justicia de Biden haya demandado al estado de Idaho por su prohibición del aborto, que entrarÔ en vigencia a finales de este mes.
Es peliagudo, teniendo en cuenta de que una de las misiones especĆficas de la Corte Suprema, la mĆ”s importante, es precisamente dictaminar en Ćŗltima instancia quĆ© es y quĆ© no es constitucional. Si una mayorĆa de los nueve jueces del tribunal dicen que algo es constitucional, es constitucional, no hay mĆ”s que hablar ni instancia superior a la que acudir. Hasta que llegó nuestra interseccional favorita.
Jean-Pierre, hablando en nombre de la Casa Blanca, no estĆ” de acuerdo y agrega que al hacer su trabajo y luego defraudar a los demócratas, furiosos proaborto, con un resultado desfavorable, el tribunal habĆa incurrido en una Ā«acción inconstitucionalĀ». Ā«El Tribunal Supremo tomó esta decisión extrema de quitar un derecho constitucional. Fue una acción inconstitucional de su parteĀ», afirmó Jean-Pierre. Ā«Un derecho que ha existido durante casi cincuenta aƱos. Un derecho que tenĆan las mujeres de tomar una decisión sobre su cuerpo y cómo quieren formar sus familiasĀ».
Jean-Pierre no elaboró, no justificó en quĆ© sentido habĆa el tribunal violado la Constitución al anular una decisión del propio tribunal, dictando sentencia sobre idĆ©ntica autoridad.