La ciudad de Nueva York se ha convertido en un infierno, como no es inusual en las ciudades gobernadas por progresistas. Precios disparatados, invasión de inmigrantes ilegales, inseguridad disparada e impuestos agobiantes se alían para hacer de la Gran Manzana fruta podrida que cada vez menos quieren morder.
Lo cuenta el New York Post con una nueva encuesta que revela que sólo la mitad de los neoyorquinos piensa seguir en la ciudad dentro de cinco años.
Menos de un tercio, el 30%, dice estar contento con la calidad de vida en la ciudad, según la encuesta realizada por la Comisión Ciudadana de Presupuesto. Además, la encuesta revela que apenas el 37% de los neoyorquinos califican la seguridad pública en su área local como buena, un descenso significativo con respecto a seis años antes, cuando el 50% de los residentes se sentían satisfechos con la seguridad de su vecindario.
«La gente está harta del descenso en la calidad de vida», sostiene Robert Holden, concejal de Queens, en declaraciones al Post. «Hay una sensación general de anarquía. Entras en el supermercado hay robos. Los coches de la gente son vandalizados».
La encuesta a 6.600 hogares revela que la mitad se siente insegura al usar el metro durante el día. También destaca una caída notable en la satisfacción con la educación pública, los servicios gubernamentales y la limpieza.
