Una encuesta de Reuters-Ipsos realizada entre el 13 y el 15 de enero deja entrever una caída en la popularidad del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. Así lo reseña el medio The Hill, que indica que el mandatario cuenta actualmente con un 40% de respaldo de los estadounidenses, con tendencia a aproximarse al 36% que logró en mayo y junio de 2022 (su mínimo histórico), cuando el aumento de la inflación comenzó a marcar la agenda de la opinión pública en Norteamérica.
El estudio, basado en 1.035 entrevistas y que contempla un margen de error del 3%, da cuenta de las críticas que ha suscitado en la sociedad norteamericana todo lo relativo al manejo del escándalo del hallazgo de varios lotes de documentos en una oficina y una residencia propiedad de Biden que contienen información sensible que data de su época como vicepresidente de la administración encabezada por Barack Obama (2008-2016).
Todo ello representa un importante golpe a los demócratas, que parecían haber agarrado un segundo aire tras haber logrado impedir que se materializara la “ola roja” en las elecciones de mitad de mandato de noviembre pasado, donde los republicanos lograron conquistar la mayoría de la Cámara de Representantes pero se quedaron cortos en su intento de hacer lo propio en el Senado.
Luego de las midterm Biden intentó proyectar una imagen de líder fuerte que, a pesar de las críticas, había salido prácticamente indemne de la embestida republicana. Cosa que de acuerdo a los propios sondeos de Reuters-Ipsos le reportó una subida en su popularidad, que llegó hasta el 44,1% en diciembre (su mejor registro desde octubre de 2021). Sin embargo, con el hallazgo de la información clasificada todo ha cambiado.
El proceso en el que sucesivamente se han encontrado varios documentos, y que ha llevado incluso al Fiscal General Merrick Garland a designar a un investigador especial para estudiar el asunto, ha servido para traer a la mesa de discusión la forma en la que las autoridades de los Estados Unidos, los medios de comunicación y el establishment político han manejado esta polémica y cómo hicieron lo propio después del asalto a la residencia en Florida del expresidente Donald Trump en agosto del año pasado.
Así, este se ha vuelto un tema sobre el que los republicanos tanto en la Cámara Baja como en el Senado han podido construir una narrativa que llama la atención sobre los privilegios de tratamiento de los que estaría siendo objeto Biden en este sentido. Prerrogativas con las que Trump, en su momento, no contó.
Por ejemplo, el líder de la minoría republicana en el Senado, el veterano Mitch McConnell, ha dicho que la ley debe aplicarse por igual en ambos casos. «Creo que lo importante con respecto a los documentos es que estos dos tipos deben ser tratados exactamente de la misma manera. Exactamente de la misma manera. Y creo que el fiscal general probablemente hizo lo correcto al tener dos abogados especiales», apuntó McConnell, que nunca ha sido un partidario incondicional del expresidente.
Lo cierto es que en medio de toda esta polémica otros sondeos dan cuenta de que Trump, que había sido señalado como uno de los principales responsables de la debacle republicana en las elecciones legislativas, se ha vuelto a poner a la cabeza de la carrera presidencial del GOP de cara a 2024. La encuesta de Morning Consult publicada recientemente arroja que el exmandatario aventaja puertas adentro del partido hasta por 17 puntos porcentuales a su eventual contendor interno, el gobernador de Florida, Ron DeSantis.
En la acera del frente Biden insiste -por ahora- en no tener planes de declinar su intención a ser reelecto en 2024. En lo inmediato el demócrata deberá pronunciar el 7 de febrero el tradicional discurso del Estado de la Unión en el Parlamento. Allí quizá se arrojen más pistas sobre su futuro político real.