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los excluyeron en sus estudios posteriores

Las autoridades sanitarias de EEUU ocultaron datos sobre los efectos secundarios graves de las vacunas COVID

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos. Wikipedia

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, que vienen a ser el organismo de referencia para la sanidad del mundo entero en cuestión de epidemias, excluyeron en sus estudios posteriores a la vacunación graves efectos secundarios, aunque la agencia conocía su probable asociación con el producto, según muestran los documentos.

Es difícil seguir esta revelación gradual pero imparable de la enorme, escandalosa verdad: casi todo lo que se nos ha dicho oficialmente sobre la pandemia durante tres años ha sido un cúmulo de mentiras y medias verdades.

Incluso antes de que se elaboraran los estudios en diciembre de 2020, una vez recibida la autorización de uso de emergencia, los CDC sabían que las inoculaciones con los productos de Pfizer y Moderna podían provocar miocarditis, entre otros posibles efectos adversos.

El protocolo del 19 de noviembre de 2020 para V-safe, el sistema de supervisión posterior, enumera la miocarditis, el accidente cerebrovascular, la muerte y una docena de «condiciones médicas preespecificadas». El protocolo fue obtenido por la Red de Acción por el Consentimiento Informado (ICAN), una organización sin ánimo de lucro para el fomento de la transparencia en torno a la información sanitaria. Todas las condiciones citadas pueden derivar en enfermedades graves.

V-safe es un sistema de encuestas desarrollado y gestionado por los CDC que se introdujo durante la pandemia para supervisar la seguridad de las vacunas. Las versiones actualizadas del protocolo enumeran los mismos quince eventos adversos.

«Es muy preocupante que los CDC construyan V-safe de una manera que no le permita evaluar fácilmente la tasa de daño de los eventos adversos que los CDC ya habían identificado como potencialmente causados por estos productos», declara Aaron Siri, abogado de ICAN, a la publicación norteamericana The Epoch Times. «Esto pone en duda lo que los CDC realmente querían conseguir con V-safe. «¿Se trataba realmente de evaluar la verdadera seguridad estos productos? ¿O más bien querían diseñar un sistema con el que fuera más probable confirmar las declaraciones y recomendaciones públicas que ya habían hecho sobre estos productos?», pregunta.

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