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el ayuntamiento dificulta las concentraciones y los medios sólo cubren las protestas patrióticas

La situación en Belfast tras el asesinato de tres niñas en Reino Unido: Estado policial y protestas patrióticas casi clandestinas

La ministra principal de Irlanda del Norte, Michelle O'Neill, con la comunidad islámica.

Las revueltas anti-inmigración ilegal parecían la principal noticia en Reino Unido tras el asesinato de tres niñas en la ciudad de Southport el 29 de julio. Nada más lejos de la realidad. Las localidades en las que se repiten sin cesar las manifestaciones reclamando seguridad para los ciudadanos europeos viven un auténtico Estado policial que convierte en misión casi imposible recabar información y testimonios de primera mano.

Para nadie resultaba extraña la primera reacción del nuevo primer ministro, el progresista recién elegido Kier Starmer, que tan solo dos días después del crimen anunciaba poderes extra para que la Policía pudiera rastrear y detener más fácilmente a los ciudadanos que protestaran o difundieran mensajes contra la inseguridad que produce la inmigración masiva. Sí resulta más chocante la postura de la primera ministra del Norte, Michelle O’Neill, del Sinn Feinn. De hecho, hace tan sólo dos días condenaba las reivindicaciones y se fotografiaba con la comunidad islámica en Irlanda.

Belfast es la ciudad más importante de Irlanda del Norte, con algo menos de 350.000 habitantes. Ha sido la población de Reino Unido más constante durante los últimos meses en lo referente a este tipo de concentraciones. Se iniciaron el pasado mes de noviembre, coincidiendo con el Noviembre Nacional español, aunque por motivos distintos. Desde entonces no han cesado, aunque se producen de una forma espontánea e impredecible que complica hasta el extremo la obtención de información.

Distopía informativa en los principales periódicos y canales

El pasado 6 de agosto, grandes cuentas de activistas patriotas irlandeses anunciaban una convocatoria que se preveía masiva para el viernes 9 por la tarde. Monitorizando canales alternativos de Telegram, además de otras cuentas en redes sociales, todo indicaba que se produciría una manifestación de miles de personas en el centro de Belfast, frente al Ayuntamiento de la ciudad.

No fue así. Apenas 300 asistentes fueron cercados por la Policía durante aproximadamente tres horas. Enfrente, a escasos metros, transcurría la contramanifestación anunciada por el grupo filoterrorista antifa la tarde anterior, con una afluencia en torno al doble de personas. En los periódicos nacionales y locales, sin embargo, sólo se anunciaba la concentración de izquierda radical, a pesar de que esta se producía en respuesta de la otra.

Distopía informativa en los medios ingleses

En el centro de Belfast, la cobertura informativa se sucedía, en cambio, de manera opuesta: los medios británicos e internacionales, sólo dirigían sus cámaras a los patriotas a los que los agentes no les permitían avanzar ni un centímetro. Los autodenominados antifas, muchos de ellos encapuchados, circulaban sin restricciones en su zona y también en la de la manifestación que trataron de boicotear.

La consigna policial acerca de los patriotas también era clara: «No pueden acercarse a estas personas. Son violentas y muy peligrosas”. Hasta en tres ocasiones se expulsó a los periodistas a pesar de que no se produjeron en toda la tarde situaciones de riesgo. Todos los comercios habían sido obligados a cerrar en varias manzanas a la redonda.

Al dispersar la concentración en torno a las 20.00h (estaba convocada a las 17.00), y acercarnos por fin a los manifestantes, la tarea informativa tampoco se hizo más sencilla. Sólo dos personas se atrevieron a contestar ante las cámaras. La mayoría contaban off the record cómo tienen que manifestarse de forma casi espontánea en grupos pequeños, ya que el Ayuntamiento dificulta que se concentren grandes grupos. Así, autorizan concentraciones sólo a horas en las que resulta difícil acudir o impidiendo que puedan moverse del punto inicial.

Muchos cuentan también que tienen miedo: «Tengo amigos en la cárcel por esto» o «me juego mi trabajo» son la frases más repetidas cuando tratamos de conseguir declaraciones. Y es que antes de ayer la propia Policía de Belfast publicaba las caras e identidades de diez hombres blancos que se habían manifestado en las últimas noches contra la inmigración ilegal, anunciando que quería interrogarlos.

Belfast no es una ciudad en la que se amenace en ninguna forma a la población musulmana. Cuenta, a pesar de su reducido tamaño, con dos mezquitas. Una, en el centro, permanece vigilada por la Policía durante toda la noche, tal y como hemos comprobado personalmente. La otra, en las afueras, se encuentra en una de las mejores zonas residenciales de la localidad.

El miedo, y no la indignación ciudadana que soporta asesinatos de europeos semanalmente a manos de inmigrantes, es en este momento el sentimiento predominante en Reino Unido.

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